“Me siento muy privilegiado de haber trabajado en esta pandemia. Como se dice en el corto (‘Un cruce cualquiera’), hay tantos (artistas) que han perdido su trabajo”, dice Bruno Ascenzo y repite la palabra “suerte”. Antes de finalizar el 2021, estrenó el primer cortometraje grabado con un smartphone Xiaomi y añade que está preparado para las opiniones sobre la película Hasta que nos volvamos a encontrar. Hablamos con él antes de que se confirmara la fecha de estreno (18 de marzo en Netflix), que convirtió a la película en tema tendencia, principalmente, por sus detractores.
Siempre has dicho que eres más “un fan” de los actores. ¿Qué querías reflejar con el cortometraje?
Quería recordar este momento más adelante, que el teatro iba a resurgir. Quería hablar de la resiliencia de los actores porque muchas veces en este país la cultura es la última rueda del coche.
A pesar de eso, a los 30 tenías una película taquillera y la obra Toc Toc llenaba teatros. ¿Ha sido reflexivo ver un sector más independiente afectado por el cierre de salas?
Sí, hay un antes y un después. Parte de mi rutina era ir al teatro todos los días prácticamente, durante muchos años. Grabar... eso sí lo he podido hacer durante la pandemia, por ejemplo. La película con Netflix se pospuso un año, pero finalmente tuve la suerte de hacerla. Entonces, mal que bien, yo tuve varias oportunidades. Es un momento de mucha reflexión, de pensar hacia dónde podemos ir y ver nuevas modalidades.
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En el corto hay una frase sobre las salas que ahora son propiedad de grupos religiosos. ¿Qué tipo de cine quieres hacer?
Son dos años de pandemia, de inestabilidad y de políticos mezquinos. Quisiera que mis historias exploren distintos caminos, me gusta la comedia, pero mis primeros cortos fueron más dramáticos.
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Quizá como respuesta a las críticas algunos actores que trabajan contigo dicen que aceptas sus consejos...
Es que yo creo que es así y he tenido mucha suerte. He trabajado con actrices y actores con mucho talento y creo que sería muy soberbio de mi parte no escuchar sus propuestas, y no solo de ellos, también del director de fotografía o el de arte. Yo creo que las historias se construyen en conjunto. Lo que más voy aprendiendo es que debería incluso escuchar más y a más personas. He trabajado con actores que siempre admiré.
¿Es el caso de Stephanie Cayo?
Con Stephanie trabajar ha sido maravilloso. Acababa de estrenar la película con Mel Gibson, pero estaba muy emocionada, estuvo entregada, le gustó mucho el guion y creo que es una actriz superbuena. Estoy muy contento de que haya confiado, que aceptara porque anda llena de proyectos por todo el mundo. El equipo es súper talentoso y peruano, el único extranjero fue Maxi (Iglesias).
Para tu primera película le pediste a Mariana de Althaus que leyera tu guion. ¿Cómo fue el proceso ahora?
Esta vez mi trabajo ha sido directamente con Netflix. He ido construyendo la historia a lo largo de un año con la asesoría de una persona de la plataforma, Adriana Martínez.
Sin embargo, la película ya tiene críticos. ¿Qué respuesta esperas?
No lo sé (sonríe). Seguramente va a haber gente a la que le va a gustar y a la que no. Mi trabajo es seguir contando historias, algunas me saldrán bonitas, unas no tanto y algunas serán preferidas de algunos grupos. Pero creo que si me pongo a pensar en qué van a decir, no seguiría haciendo cosas. Es una película romántica y esa fue la propuesta de Netflix. Es una gran responsabilidad y siempre están las ganas de que a la gente le guste tu trabajo.