En aquel lejano 1999, llegó a la televisión colombiana Yo soy Betty, la fea, la telenovela más internacional del país. La trama, protagonizada por Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello, no solo logró conquistar al público local, sino a los distintos países donde se ha emitido.
Con la llegada de los servicios de streaming, la ficción ha visto cómo su éxito se ha incrementado. Sus personajes, pero sobre todo la historia detrás de cada uno de ellos, ha dado pie a más de un debate, pero también a diversos análisis.
Quien ha compartido sus comentarios sobre el éxito detrás de Yo soy Betty, la fea es Giuliana Cassano, docente del Departamento Académico de Comunicaciones PUCP. La especialista explicó que la telenovela, a través del humor, “deja en evidencia el machismo, los lugares de poder entre hombres y mujeres, y la discusión acerca de qué significa ser bella o fea”.
Así también, Cassano explicó cómo Betty, la fea expone lo que significa la belleza hegemónica y heteronormativa en la sociedad. Para la docente, la forma en la que se describe a los personajes femeninos, su apariencia física y sus campos de acción construyen una imagen estereotipada de las mujeres.
“Una de las características fundamentales en la representación femenina es la belleza. Si bien en los últimos años hubo un cambio en la manera cómo son presentadas las mujeres en las pantallas, aún existe el estereotipo de la belleza hegemónica”, compartió
Betty la fea y lo que los fans no imaginaban de Jorge Enrique Abello, actor que dio vida a Don Armando
“A pesar de que Betty es inteligente y responsable, no consigue trabajo porque es ‘fea’. Ella acepta este término despectivo pero lo reivindica, es decir, lo transforma para lograr lazos de sororidad. Así se une al ‘Cuartel de las feas’ como soporte entre sus integrantes”, se lee.
El cuartel de las feas en Betty, la fea. Foto: RCN
La también integrante del Grupo Observatorio Audiovisual Peruano (OAP-PUCP), analizó la dicotomía o separación entre las feas y las bonitas en la trama, donde unas representan la bondad y las otras la maldad, esquema que luego desaparece.
“Por ejemplo, sentimos empatía con Marcela por los malos tratos de Armando, o con Patricia cuando fue víctima de Daniel Valencia. Los personajes y sus diálogos abordan temas que actualmente son parte de los debates feministas”, explicó.
Giuliana Cassano comparte que parte de los momentos importantes de la ficción están en las convicciones de la protagonista, quien busca ejercer su carrera y apoyar a su familia durante toda la historia.
“Este perfil se contrapone a los personajes femeninos que han dominado las pantallas: mujeres que necesitan ser rescatadas. Creo que lo importante de Betty, la fea es que hace que sigamos hablando y cuestionando estos temas, 23 años después. Eso lo hacen los buenos relatos”, mencionó.