Chernobyl, la exitosa producción de HBO, se ha convertido en una de las series más importantes de los últimos años. En 5 episodios, Craig Mazin cuenta con detalles el desastre que en 1986 ocurrió en la ciudad ucraniana del mismo nombre y que se cobró la vida de, oficialmente, 30 personas.
Al ser una serie histórica, se esperaría que los datos sean correctos y, sobre todo, comprobables. Sin embargo, como la mayoría de miniseries del género, esta se toma licencias narrativas necesarias para la historia.
A pesar de que estas licencias no afectan la historia, que retrata de manera fiel el dolor del desastre, la burocracia insensible y los matices sociales de la época, se espera que lo narrado en la obra de Mazin no constituya una referencia exacta de lo sucedido hace 33 años.
Una de las principales protagonistas de la serie, imponente e inteligente, la doctora en realidad es, a decir de los escritores, un resumen de todos los especialistas que sirvieron de apoyo durante el desastre.
Quizá por necesidad narrativa, la doctora fue la representación de los profesionales que intervinieron. La política machista del régimen comunista habría impedido que una mujer llegase a tal puesto.
Ulana Khomyuk
Un momento dramático en el primer episodio de la serie es cuando un helicóptero pierde el control y cae directamente al reactor durante los intentos por mitigar el fuego.
Lo que sí es cierto, es que el gobierno soviético empleó helicópteros que dispersaron arena, plomo y boro para reducir las llamas y la radiación.
Meses después un helicóptero caería sobre la central ocasionando la muerte del piloto. Sin embargo fue un accidente producido por el choque de una de las hélices contra un cable.
Durante una reunión con los altos mandos soviéticos encargados de la crisis, la doctora Ulana Khomyuk alerta grandes posibilidades de una segunda explosión de entre dos y cuatro megatones de intensidad. Tal potencia habría arrasado gran parte de la Unión Soviética y la mayoría de paises de Europa del este.
La realidad, sin embargo, indica que las posibilidades eran mínimas y, si hubiese sucedido, no habría producido tal devastación.
En la serie se cuenta que una de las soluciones que se planteó fue abrir las compuertas para que el agua pasara y evitar que el suelo se caliente hasta casi convertirse en lava. Para lograrlo, algunos voluntarios que conociesen las instalaciones debían pasar por debajo de la planta y activar los mecanismos.
Los valientes que se internaron en las profundidades fueron Alexei Ananenko, Valeri Bezpalov y Boris Baranov. Según la serie, fueron voluntarios inspirados por un discurso en el que se hablaba del heroismo por y para el pueblo ruso.
Sin embargo, esto no fue del todo cierto. Los tres fueron convocados por escrito por su experiencia y juventud, importantes para la travesía.
Cubiertos con un traje de neoprene que no les cubría el rostro, los tres encargados tuvieron éxito y sobrevivieron, a diferencia de la serie. Dos de ellos siguen vivos mientras que otro falleció en 2005, por causas no relacionadas con la radiación.
Para evitar que el uranio llegue al Mar Negro, los mineros debieron cavar túneles para desviar el elemento radiactivo y evitar la propagación por Europa. Pero, a diferencia de la miniserie de HBO, los mineros no estuvieron desnudos por el intenso calor, sino que estuvieron obligados a utilizar equipo de seguridad.
Al final el material se enfrió solo y no se propagó. Las labores del equipo no hubiesen funcionado.
El principal enlace con el Kremlin nunca fue visto en la zona del desastre, a pesar de que en la serie él, junto al ministro Boris Shcherbina toman importante decisiones respecto a las labores de contención.
Lo que sí es cierto es que un grupo de coordinadores se reportaban ante él en un bunker cercano a la zona de desastre para comunicarle los avances y complicaciones. Este personaje se comunicaba directamente con el Kremlin para que ellos tomaran las decisiones.
Chernobyl
A pesar de que las consecuencias de la radiación están bien retradas (bronceado nuclear con piel rojiza o marrón), el proceso demora más de lo retratado en la serie, donde sucede en cuestión de segundos.
También es cierto que los expuesto al material sufrieron quemaduras internas terribles, aunque esto no derivó en el excesivo sangrado visto en la miniserie.
Como una película de Marvel, los villanos no representan un peligro para la trama más allá de aportar un conflicto.
El ex director de la central, Viktor Bryukhanov, el ingeniero jefe, Nikolai Fomin, y el ingeniero jefe adjunto, Anatoly Dyatlov son retratados como irresponsables encargados de una planta nuclear cuyo trabajo se les salía de las manos.
La cifra oficial de víctimas se tomó sobre los desaparecidos durante la contención. Basta con decir que de 31 reportados, 29 eran bomberos, que inspiraron una de las escenas más impactantes de la miniserie: La intensa lucha contra las llamas en el techo de la central.
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Durante la escena, un rayo vertical azul salió de la colapsada central y se perdió en el cielo, llevándose la vida de algunos bomberos. Esto, por supuesto, solo fue un recurso narrativo, pues tal fenómeno nunca sucedió.
En la serie se toma una licencia fundamental. Las consecuencias del accidente nuclear obligó a llevar a juicio a los implicados, siendo la doctora Ulana Khomyuk el personaje que representó a los cientificos.
El juicio duró meses, entre la defensa de los responsables de la planta y las apelaciones de los implicados en la contención, tardaron algunos años en condenar a todos y, como no podía ser de otra manera, no hubieron finales emotivos en los juicios con discursos alentadores.