Cuando se acerca la temporada de Halloween, muchas personas buscan experiencias que generen miedo, desde películas de terror hasta casas embrujadas. En Estados Unidos, se gastan alrededor de 500 millones de dólares al año en entradas para visitar casas embrujadas, según la empresa America Haunts. De acuerdo a la psicóloga Sarah Kollat, esta preferencia tiene raíces en el desarrollo evolutivo del ser humano.
"Crear miedo en vidas que de otro modo serían seguras puede ser agradable y es una forma de que las personas practiquen y se preparen para los peligros de la vida real", asegura la experta en un artículo para el portal The Conversation. Además del efecto de alivio, el miedo controlado podría incluso traer otros beneficios.
El miedo, desde una perspectiva evolutiva, es una respuesta natural que nos prepara para enfrentar amenazas. De acuerdo a Kollat, los seres humanos disfrutan del miedo controlado porque les permite simular situaciones peligrosas en un entorno seguro. En estos escenarios, el cuerpo activa la respuesta de 'lucha o huida', generando un aumento del ritmo cardíaco, presión arterial y respiración acelerada. Aunque estas respuestas están diseñadas para ayudarnos a sobrevivir en circunstancias extremas, en un contexto seguro como el de una película o una atracción de Halloween, se convierten en una fuente de emoción.
La razón detrás de este disfrute radica en la capacidad de nuestro cerebro para liberarse de la tensión acumulada una vez que la experiencia de miedo termina. Después de enfrentar una amenaza ficticia, el cuerpo produce dopamina, un neurotransmisor que genera placer y alivio. Esta mezcla de tensión y liberación es lo que lleva a muchas personas a buscar activamente experiencias aterradoras.
El miedo controlado no solo es entretenido, también puede tener efectos positivos a nivel psicológico. Según investigaciones, exponerse a estímulos aterradores en un ambiente seguro puede ayudar a las personas a reducir la ansiedad en su vida diaria. Un estudio realizado en una casa embrujada reveló que quienes participaron mostraron una disminución en su actividad cerebral relacionada con el estrés tras la experiencia.
Además, el miedo compartido puede fortalecer los lazos sociales. Al enfrentar situaciones de temor junto a otros, como amigos o familiares, las personas tienden a desarrollar conexiones más profundas. Esta reacción es impulsada por la liberación de oxitocina, conocida como la "hormona del amor", que refuerza el sentido de pertenencia a un grupo. Por ello, una noche viendo películas de terror o recorriendo una casa embrujada puede no solo ser divertida, sino también beneficiosa para las relaciones interpersonales.