La misión Peregrine, el intento más reciente de Estados Unidos por dejar su huella en la Luna después de cinco décadas, ha encontrado un desenlace imprevisto en el espacio luego de que la nave registrara una "pérdida crítica de propulsor", un revés significativo que ha frustrado sus objetivos científicos y simbólicos.
La iniciativa, operada por la empresa privada Astrobotic Technology y parcialmente financiada por la NASA, pretendía llevar a la superficie del satélite los restos de más de 90 humanos (cenizas y muestras de ADN) y los mensajes de cerca de 80.000 niños de todo el mundo.
Lanzado el 8 de enero desde Cabo Cañaveral en Florida, el Peregrine prometía ser un faro de conquista espacial y homenaje póstumo. Sin embargo, a tan solo 6 horas de su despegue, la misión lunar privada se topó con una barrera técnica que obstaculizó la orientación de sus paneles solares hacia el Sol.
Aunque los ingenieros lograron una maniobra para cargar sus baterías, un escape en el sistema de propulsión vació el combustible esencial para su exitoso alunizaje, programado para el próximo 23 de febrero, informó la compañía a través de sus redes. Ahora, el astromóvil se encuentra a la deriva en el espacio.
Peregrine llevaba a bordo más que simples instrumentos científicos: transportaba 15 cargas útiles encargas por empresas privadas, dos de las cuales, pertenecientes a Celestys y Elysium Space, transportaban restos humanos: cenizas y muestras de material genético.
Entre estos restos, se encontraban las cenizas de pioneros de la literatura de ciencia ficción y personajes famosos de la televisión, como el escritor británico Arthur C. Clarke y miembros del elenco de 'Star Trek', informó Scientific American.
A bordo de la nave también viajaban muestras de ADN de expresidentes de EE. UU. como George Washington y John F. Kennedy, e incluso los restos cremados de un perro.
Única fotografía de la nave Peregrine tomada en el espacio. Foto: Astrobotic Technology
Astrobotic enfrenta ahora el desafío de capitalizar lo que queda de la misión Peregrine, buscando acercar la nave lo más posible a la Luna antes de que su energía se agote.
A pesar del revés, la firma espacial y la NASA miran hacia futuras oportunidades, con misiones adicionales programadas para 2024, manteniendo viva la esperanza de establecer una presencia sostenible en la Luna.