Los bosques tropicales de América del Sur podrían dejar de ser sumideros de carbono antes de 2040, según un estudio publicado en la revista Nature, este 4 de septiembre.
Los árboles de la Amazonía almacenan gran cantidad del carbono, lo cual ha ayudado a regular los efectos del cambio climático —que ya vienen alterando los fenómenos meteorológicos a nivel mundial— en las últimas décadas. Sin embargo, científicos advierten que podrían dejar de cumplir su importante rol debido a las temperaturas extremas y sequías presentadas por El Niño, que inició en junio de este año.
La investigación reveló que los bosques ubicados en climas más secos de Sudamérica son los más vulnerables a las condiciones de este fenómeno climático. Para ello, estudiaron los impactos de El Niño, acontecido entre 2015 y 2016, en 123 parcelas forestales ubicadas en la región.
“Durante las altas temperaturas y la sequía de El Niño de 2015-2016, las 123 parcelas forestales no fueron un sumidero de carbono de biomasa significativo y esto contrastó con su comportamiento a largo plazo antes de El Niño”, indica la publicación.
Es decir, durante el periodo estudiado, en el cual se dieron temperaturas y sequías récord, los bosques no fueron capaces de almacenar CO₂, a diferencia de años anteriores. Antes de ello, almacenaban un tercio de tonelada de carbono por hectárea, lo cual disminuyó a cero.
La principal causa fue la pérdida de biomasa por la muerte de los árboles. Se detectó que los más grandes y de madera más clara tenían más probabilidades de morir bajo estrés hidráulico producido por El Niño.
Cambios de carbono en la superficie en 123 parcelas de bosques neotropicales durante el evento de El Niño de 2015-2016. Foto: Nature
Si bien los hallazgos son preocupantes, teniendo en cuenta el aumento de temperatura y predicciones meteorológicas con el fenómeno El Niño actual, los científicos observan que aún queda una alternativa que podría apaciguar peores consecuencias. Gracias a que se conoce cuáles son los bosques más afectados, los especialistas indican que se podría aumentar las medidas de conservación en estas áreas.
“Donde aumentó la mortalidad de los árboles fue en las zonas más secas de la periferia amazónica, donde los bosques ya estaban fragmentados. Conociendo estos riesgos, los conservacionistas y administradores de recursos pueden tomar medidas para protegerlos”, señaló, a EurekAlert, Oliver Phillips, ecólogo de la Universidad de Leeds, que supervisó la investigación.
Asimismo, los expertos advierten que la disminución de la tala de tierras es crucial para que los árboles que aún no pierden sus capacidades de absorber carbono puedan seguir funcionando. “Si podemos hacer eso, entonces nuestra evidencia sobre el terreno muestra que pueden continuar ayudando a bloquear el carbono y frenar el cambio climático”, agregó Phillips.