Científicos de la Universidad de Standford, en Estados Unidos, han trasplantado neuronas humanas de un paciente con síndrome de Timothy en los cerebros de ratones recién nacidos. Su objetivo es estudiar la eficacia de nuevos fármacos que traten esta rara enfermedad congénita y, en el futuro, algunos trastornos neurológicos del ser humano, como la esquizofrenia y el autismo.
“Ahora podemos probar nuevos fármacos en animales y estudiar sus efectos en las neuronas humanas trasplantadas”, dijo al diario El País Sergiu Pasca, medicó rumano que encabezó el estudio, publicado este miércoles 12 de octubre en la prestigiosa revista Nature.
Tras el experimento, no exento de polémica, los expertos no solo han conseguido que estas células se integren exitosamente a dicho órgano, sino que también influya en el comportamiento de los animales.
Un organoide cerebral humano resalta en color fluorescente en el cerebro de una rata. Foto: Standford
Pasca y sus colegas tomaron células de la piel de los voluntarios y, haciendo uso de un cóctel químico, las rebobinaron hasta su estado embrionario de células madre, etapa en la que pueden convertirse en células de cualquier tejido u órgano.
Luego de convertir millones de ellas en neuronas cerebrales, los nuevos productos fueron condensados en esferas diminutas de unos milímetros de diámetro, conocidas como ‘organoides cerebrales’.
Dichos organoides, una especie de ‘minicerebro humano’, fueron trasplantados a los cerebros de un grupo de ratas que habían sido modificadas genéticamente para privarlas de sistema inmune y así no rechazaran los injertos.
Millones de células madres que se convirtieron en neuronas humanas fueron condensadas en esferas diminutas. Foto: Universidad de Standford
Los animales tenían entre 3 y 7 días de haber nacido y estaban siendo entrenados para que laman un tubo cuando necesiten beber agua.
Los científicos comprobaron que la integración de los organoides al cerebro de los roedores había sido exitosa, ya que estos se activaban al tocar los bigotes de los animales.
Asimismo, certificaron que su comportamiento y aprendizaje podía ser controlado a voluntad, puesto que, tras activar las neuronas humanas mediante ráfagas láser (técnica conocida como optogenética), los roedores acudían instantáneamente al dispositivo para saciar su sed.
Según Pasca, la principal aplicación de este experimento será la investigación de enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas.
Ahora han iniciado con el síndrome de Timothy, un trastorno raro que causa problemas neurológicos y cardíacos graves en niños. Lo hicieron trasplantando células de tres pacientes con dicho síndrome a los cerebros de roedores y detectaron defectos neuronales hasta ahora desconocidos.
En próximos experimentos, prometen ampliar su estudio a otros trastornos, como el autismo y la esquizofrenia.
“Para comprender los trastornos psiquiátricos necesitamos mejores modelos. Y, cuanto más humanos sean estos modelos, más tendremos que abordar estas cuestiones éticas”, señala el médico rumano, quien desaconseja utilizar esta estrategia en monos o simios.
“Necesitamos buscar un equilibrio entre los beneficios potenciales de evitar parte del sufrimiento provocado por estos trastornos cerebrales devastadores y los riesgos de generar modelos que sean demasiado parecidos a los humanos”, concluye a favor de dichos experimentos.