Nuestra curiosidad e intuición han sido fundamentales para la evolución de nuestra especie, ya que nos invita a querer entender todo aquello que nos rodea. Pero la realidad es tan compleja que necesitamos una forma sistemática para explicarla. Esta recibe el nombre de método científico.
Esta técnica, que ha sido pulida a lo largo del tiempo producto del debate entre filósofos y científicos naturalistas, es la columna vertebral para hacer ciencia y, aunque no es infalible, nos permite acercarnos a la objetividad del mundo real.
El método científico es un proceso ordenado y lógico que nos ayuda a comprender a fondo cómo ocurren los fenómenos de la naturaleza y comprobar si nuestras observaciones sobre el mundo son verdaderas o falsas.
La técnica, al estar basada en datos demostrables y reproducibles, tiene la virtud de que puede ser empleada por cualquier persona en cualquier parte del mundo, sin distinción de sus opiniones, sesgos, supersticiones e intereses.
Según el epistemólogo y filósofo Mario Bunge, “el método científico no provee recetas infalibles para encontrar la verdad: solo contiene un conjunto de prescripciones falibles (perfectibles) para el planteamiento de observaciones y experimentos, para la interpretación de sus resultados y para el planteo mismo de los problemas”, dice en su libro “La ciencia: su método y su filosofía” (1955).
Este procedimiento es aplicable en distintas disciplinas naturales, tanto en la ciencia de lo más pequeño (la física cuántica) como en la ciencia de lo inmensurable (la astronomía).
El método científico se puede aplicar en distintas ciencias, desde la física cuántica y la medicina, hasta la geología y la astronomía. Foto: Northeastern University
La principal receta de la ciencia debe seguir prolijamente una serie de pasos.
El método científico implica no dejar de buscar pruebas que ayuden a aclarar el caso hasta que la hipótesis se demuestre sólidamente verdadera o falsa.
El método científico se caracteriza por ser:
El método científico debe cumplir una serie de pasos, los cuales deben seguirse minuciosamente y con honestidad del investigador. Foto: University of Queensland
El método científico, como herramienta de investigación, tiene dos pilares o principios fundamentales: la falsabilidad y la reproducibilidad.
Se dice que una hipótesis es falsable siempre que se puede refutar o desmentir. Un ejemplo es el enunciado “todos los planetas giran en una órbita elíptica”. A mayor exactitud de la hipótesis, más probabilidades de corroborarla y de acercarse a la verdad.
En tanto, un enunciado es reproducible si otras personas, siguiendo los mismos pasos, pueden probarla en cualquier momento y lugar. Por ejemplo, si científicos de EE. UU. sugieren que las personas que pasan más rato frente a la TV tienen más riesgo de demencia, un equipo de otro país podría ponerlo a prueba en un contexto diferente.
A continuación, te contamos con un ejemplo cómo se ha aplicado este procedimiento de la ciencia en la historia.
Jonas Salk fue el inventor de la vacuna contra la polio en la década de 1950. Foto: Historia Hoy
Puedes consultar los siguientes documentos y libros: