La guerra desatada entre Rusia y Ucrania también ha golpeado colateralmente a varios proyectos aeroespaciales que en un contexto diferente deberían seguir su curso normal. Esta situación poco auspiciosa demuestra que los conflictos llegan a asediarnos a todos, sea en mayor o menor medida, por vivir en la era de globalización. ¿Cómo empezaron estas malas noticias?
El 28 de febrero de este año, la Agencia Espacial Europea (ESA) expresó que era “muy improbable” lanzar la misión Marte Exomars desarrollada a la par con la Corporación Espacial Estatal Roscosmos. Una vez enviada la sonda Rosalind Franklin al planeta rojo, sus instrumentos tecnológicos iban a permitir el correcto desenvolvimiento de estudios astrobiológicos para responder a la pregunta si hubo vida allí o si la hay en la actualidad.
Tras las sanciones económicas impuestas a Rusia por la Unión Europea a causa de declarar el conflicto bélico contra Ucrania, así como las restricciones a la exportación de aparatos indispensables para fabricar satélites y sondas, un total de 87 especialistas se retiraron del cosmódromo europeo de Korou (Guyana Francesa), lugar usado principalmente por la ESA. Eso se traduce en que los cohetes Proton no serán los que protejan a Rosalind Franklin; los Soyuz correrían el mismo destino.
Rosalind Franklin, el astromóvil de la ESA y Roscosmos viajaría a Marte en la segunda mitad de este año. Foto: ExoMars
PUEDES VER: Cosmonautas rusos llegan con los colores de Ucrania a la Estación Espacial Internacional
Finalmente, el jueves 17 de marzo, la Agencia Espacial Europea decidió suspender sus lazos con Roscosmos, como ya lo había dado a entender un mes antes. Ante el trago amargo, Dmitri Rogozin, director de la agencia espacial rusa, reaccionó así: “El trabajo de miles de especialistas queda borrado por un papel con la firma de un burócrata europeo cualquiera. Una pena (...). Realizaremos por nuestra cuenta esa expedición científica”.
De inmediato, el astrónomo Josef Aschbacher, quien maneja los hilos de Exomars, matizó con lo siguiente: “Rusia nos necesita y nosotros necesitamos a Rusia”, en referencia a que no se cuestionarán las labores compartidas en la Estación Espacial Internacional.
Por efecto dominó, otros proyectos podrían postergarse al menos hasta que la invasión a Ucrania termine:
El sistema de navegación de Galileo, una constelación de satélites, es la variante europea del tan difundido GPS, con una precisión cinco veces mayor. Otro punto es que su tecnología no está compartida para fines militares, es decir, va dirigida específicamente a un uso civil, lo que le brinda independencia. Sin embargo, sin los cohetes Soyuz a disposición, la siguiente serie de lanzamientos no podría ser posible.
La siguiente puesta en órbita estaba prevista para abril de 2022, pero por cómo marcha la ofensiva rusa en territorio ucraniano, no hay de dónde respirar optimismo.
La misión Galileo puso especial atención en tener una mayor lectura de la posición en los polos, punto débil del sistema GPS y el GLONASS, satélites rusos que se mueven alrededor de nuestro planeta a una altura de 19.100 km.
Vista artística de un satélite Galileo Full Operational Capability (FOC). Foto: ESA / Pierre Carril, 2014
El telescopio espacial Euclid también depende de los cohetes Soyuz rusos y su tecnología Fregat-MT. Esta misión de la Agencia Espacial Europea se centrará en comprender la energía oscura (la responsable de la tasa de expansión del universo) y la materia oscura (aquella que no interactúa con el electromagnetismo, solo con el poder de la gravedad).
Euclid, llamado así por el matemático griego Euclides, ‘el Padre de la Geometría’, forma parte importante del programa Cosmic Vision (2015-2025), con un presupuesto máximo de 500 millones de euros. Su envío fuera de la Tierra estaba previsto para febrero de 2023.
“Euclides estará equipado con un telescopio de 1,2 metros de diámetro, y sus dos instrumentos confeccionarán un mapa tridimensional de la distribución de hasta 2.000 millones de galaxias”, resalta la ESA en un comunicado de su web.
Modelo estructural de la misión Euclides, que durará seis años | Foto: ESA
EarthCARE (Clouds Aerosols and Radiation Explorer) pertenece al Programa Planeta Vivo de la ESA, en colaboración con la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) y el NICT, el Instituto Nacional de Tecnología de la Información y Comunicaciones. Las sondas miden las radiaciones infrarroja y solar reflejada.
Ilustración del satélite de la misión EarthCARE. Foto: ESA
Con fecha tentativa de lanzamiento en marzo de 2023, el proyecto EarthCARE necesita de los cohetes Soyuz-ST-B a fin de llegar a la órbita geocéntrica, a 393 km de altitud sobre la Tierra. Asimismo, de ejecutarse la empresa, se estudiará la influencia de las nubes y los aerosoles en el clima global.
Los aparatos EarthCARE cuentan con una masa total de 2,3 toneladas y están diseñados para operar durante tres años.