Las hormigas aprenden a oler las células humanas cancerígenas, como ya lo hacen los perros, pero incluso más rápidamente, según un estudio científico que propone ir más al fondo de estos indicios con potencial para beneficiar los diagnósticos médicos.
Varios experimentos han demostrado recientemente que el olfato canino puede detectar algunos tumores cancerígenos que emiten compuestos orgánicos volátiles (COV), usados como biomarcadores, los que un humano no puede percibir.
Sin embargo, dicho método necesita un entrenamiento largo y costoso —entre seis meses y un año por perro—, del orden de decenas de miles de dólares, explicó a la AFP Baptiste Piqueret, autor principal del estudio publicado esta semana en la revista iScience.
Este experto en etología, rama de la biología que se centra en observar el comportamiento animal, de la Universidad Sorbona París Nord, intentó la experiencia con hormigas, un insecto que utiliza su poderoso sentido del olfato para sus tareas diarias y que aprende rápidamente.
Este científico, apoyado por el Instituto Curie y la Universidad Paris-Saclay, eligió la especie de hormiga más común en el hemisferio norte, la denominada Formica fusca.
“Un desafío crítico para la salud pública es desarrollar una herramienta no invasiva, económica y eficiente para la detección temprana del cáncer”, comunicaron los firmantes del manuscrito.
Los insectos fueron sometidos a protocolos de aprendizaje en laboratorio, en los que asociaban un olor a una recompensa (una gota de agua azucarada).
Se colocó una recompensa (azúcar) encima de un tubo (CS), y registraron el tiempo que necesitó la hormiga para encontrar la recompensa durante tres pruebas de condicionamiento. Foto: Piqueret et al. / Iscience
En una primera sesión de entrenamiento, la hormiga “se paseaba libremente hasta que se topaba con una gota de agua azucarada. Mientras la bebía, olfateaba el ambiente (con sus antenas) impregnado con un olor particular”, acotó el investigador.
En la etapa siguiente, el insecto tenía la opción de ir hacia un lugar con el olor que había aprendido y hacia otro con un olor diferente, esta vez sin gota de agua azucarada.
“Si la hormiga había aprendido correctamente, pasaba mucho más tiempo merodeando cerca del olor asociado al agua azucarada, buscando la recompensa”, indicó.
Esas pruebas fueron realizadas con olores de células humanas sanas y de células cancerígenas (producidas por un cáncer de ovario) para comprobar si las hormigas aprendían a diferenciarlas. Y luego con dos células enfermas (de cáncer de seno) para ver si los insectos diferenciaban entre dos subtipos de cáncer.
“Tres entrenamientos de menos de una hora bastaban para que aprendieran” la diferencia entre esos dos subtipos, aseguró Piqueret.
Ahora hay que analizar “la eficacia de este método gracias a pruebas clínicas con un organismo humano completo”, precisó un comunicado del organismo francés de investigación que apoyó la experiencia (CNRS).
Con información de AFP.