Científicos estadounidenses han detectado en aguas residuales del estado de Georgia el gen MCR-9, que convierte a las bacterias en organismos resistentes a la colistina, uno de los antibióticos más importantes de la medicina humana. Este hallazgo en una nueva especie bacteriana sugiere una preocupante expansión del gen y una “posible amenaza mundial”, advierte la Universidad de Georgia en un comunicado.
A la colistina se le conoce como ‘el antibiótico de último recurso’, ya que sirve para tratar infecciones mortales cuando los demás fármacos han fallado. Sin embargo, si una bacteria desarrolla una resistencia ante la colistina (por el uso indiscriminado o excesivo de esta), no hay ningún otro medicamento que resulte útil.
Si bien el empleo de este medicamento fue descartado el siglo pasado por su toxicidad renal, ha retomado su importancia con la aparición de bacterias multirresistentes —también llamadas ‘superbacterias’— y las pocas opciones para combatirlas. Ahora es elemental para la OMS.
La pseudomona aeruginosa es una de las bacterias que acumula más resistencias contra los antibióticos. Foto: CDC
Los científicos de la Universidad de Georgia (UGA) han hallado por sorpresa que el gen MCR-9 se encuentra en Morganella morganii, una bacteria poco estudiada por el equipo. Antes solo había sido detectado en Salmonella y Escherichia coli.
Los genes resistentes a la colistina son conocidos como MCR y su primera variante (MCR-1) fue detectada en la década de 1980 en una industria avícola de China. Mientras tanto, su presencia en humanos se registró por primera vez en 2008, en Vietnam.
Desde entonces, este gen se ha transmitido principalmente través del ganado, los humanos (viajeros), productos alimenticios, mascotas, animales salvajes e incluso el medio ambiente.
Según una investigación de 2020, incluso ya existe una epidemia mundial de los genes MCR en microbios de humanos y animales, los cuales se han detectado al menos en 57 países.
Tras el último hallazgo, sin embargo, se sospecha que estaría más extendida de lo que se cree actualmente.
A diferencia de los virus, que dependen de huéspedes, las bacterias viven en el ambiente independientemente del ser humano y los animales, y pueden transferir sus genes resistentes a otras de la misma o distinta especie.
Según la UGA, el gen MCR-9 se transmite por sus plásmidos, que son pequeñas moléculas de ADN que se replican independientemente de las células de la bacteria. “Esto significa que bacterias como E. coli y Salmonella, que comúnmente causan brotes en humanos, pueden transmitir MCR, lo que las convierte de enfermedades tratables a infecciones potencialmente mortales”, indica el comunicado.
Infografía sobre la propagación de la resistencia a los antibióticos. Foto: European Centre for Disease Prevention and Control
Para Issmat Kassem, autor principal de la investigación, la presencia de MCR-9 en el alcantarillado de Georgia es un “problema peligroso” para la salud pública, especialmente cuando el uso del antibiótico ya ha sido prohibido en el país para su uso ganadero. Por esa razón, pide a los distintos gobiernos, las industrias y las instituciones de salud una acción inmediata y adecuada.
“Si no lo abordamos ahora mismo, estamos poniendo en peligro la medicina humana y animal tal como la conocemos, y eso puede tener enormes repercusiones en la salud y la economía”, sostuvo Kassem.
En 2020, un estudio estadounidense de la variante genética MCR-9 en las bacterias Salmonella y Escherichia coli concluyó que, en ese momento, “no parece ser una amenaza emergente para la salud pública”.
Como advierte la OMS, la resistencia antimicrobiana es una de las grandes amenazas para la salud pública. Esto se debe a la adaptación de las bacterias al ambiente hostil generado por los antibióticos y, con ello, la reducción de opciones que puedan combatir las infecciones.