La fatiga persistente podría ser frecuente en los pacientes recuperados de la COVID-19, indica un estudio preliminar publicado en la revista MedRxiv. De acuerdo con dicho informe, este síntoma sería también independiente de la gravedad con la que la enfermedad se manifestó inicialmente.
La investigación, basada en 128 recuperados de coronavirus, fue realizado para revelar el impacto a largo plazo de la enfermedad. A la fecha, muchos médicos abogan por una intervención oportuna en casos de síntomas que perduran, conocido como síndrome post COVID-19.
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“Nuestros resultados demuestran una carga importante de fatiga posviral en las personas que tuvieron COVID-19”, declara para la AFP el doctor Liam Townsend, del hospital St James, de Dublín, autor del estudio.
No obstante, coincide en que las consecuencias a medio y largo plazo de la infección "no están aún exploradas”, por lo que se necesita mucha más investigación.
En el análisis, se encontró que el 52% (67 de 128) mantenía un cansancio persistente en una evaluación realizada diez semanas después de su “curación clínica”. Los médicos descubrieron además que esto era ajeno a la gravedad de su infección inicial, ya que, del total, 71 habían requerido hospitalización y 57 desarrollaron una forma benigna de la enfermedad.
“La fatiga (...) afectó a los dos grupos de forma igual”, explica el doctor Townsend.
Los investigadores concluyen la necesidad de una “intervención precoz” y la utilización de métodos “no farmacológicos” para hacer frente a la fatiga. Además, que dichas medidas estén adaptadas a las necesidades individuales de cada paciente.