En el mundo se sigue secuenciando el genoma del nuevo coronavirus. La investigación del genoma del virus del COVID-19 permite saber las mutaciones que ha tenido y conocer cuáles son las similitudes con otros virus, es decir, permite identificar la procedencia del virus en el territorio analizado y saber las rutas de transmisión.
Esta semana, investigadores del Instituto Nacional de Salud (INS) secuenciaron el nuevo coronavirus. El equipo peruano determinó que existen hasta tres variantes del virus en el país. El SARS-CoV-2 llegó desde Europa el pasado 6 de marzo.
El genoma de cualquier organismo, incluidos los virus y las bacterias, son las instrucciones moleculares necesarias para su funcionamiento y la transmisión a la descendencia, es decir, son los mecanismos biológicos para funcionar y replicarse o reproducirse.
La mayoría de los organismos tiene un genoma con un código formado por 4 nucleótidos, expresados en A, C, G y T, bases del ADN. Sin embargo, en el caso de los virus -en su mayoría patógenos- su genoma es ARN. El de la gripe y el del VIH son algunos ejemplos. Esto implica que su base cambia, en vez de la T tienen la U.
Pero, ¿por qué los virus, por ejemplo, pueden ingresar a células humanas y actuar sobre ellas, si tienen genomas diferentes? Básicamente, porque el código de interpretación es el mismo que con el ADN, solo cambia la T por la U. Por ello, un virus puede ingresar a una célula humana y ‘secuestrarla’, logrando copiar y ejecutar sus instrucciones en vez de las de la propia célula.
El genoma también es como un “archivo histórico de la evolución”. Aquí radica la importancia de seguir secuenciando el genoma de un organismo, como el del coronavirus. Las mutaciones, que permiten adaptaciones a nuevos ambientes, son realizadas en las bases nucleotídicas.
El portal periodístico The Conversation pone el siguiente ejemplo: “si donde antes había una A aparece ahora una T, es posible que se altere una proteína, que el organismo pierda (o gane una función) o se altere la regulación del desarrollo de un embrión”.
La primera secuenciación del genoma del virus del coronavirus se obtuvo en Wuhan, a finales de diciembre de 2019. Ello permitió identificar al virus como un coronavirus y saber que era una nueva cepa nunca antes conocida.
Además, en el informe se demostró que había emparentamiento con virus cuyo hospedador primario son las especies de murciélagos. A la fecha, aún no se conoce el hospedador intermediario que logro que el virus saltara a la especie humana.
Gracias a las nuevas investigaciones se sabe que el virus ya está mutando, al comparar los resultados con los producidos en las primeras infecciones. Para llegar a esos resultados, ha sido necesario que muchos científicos trabajen en el secuenciamiento del virus en diversas partes del mundo.
Las secuencias se encuentran exhibidas en una plataforma denominada Global Initiative on Sharing All Influenza Data, GISAID.