El peruano que pasó de ser cobrador de combi en el Callao a liderar la comunidad inmigrante en Nueva York
El peruano Sandro Navarro dejó las calles de Lima a los 14 años en busca de un mejor futuro para su vida. Hoy es una figura clave en la defensa de los peruanos inmigrantes en Estados Unidos.
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Sandro Navarro no olvida sus orígenes. Antes de encabezar iniciativas comunitarias en Nueva York, pasó buena parte de su niñez recorriendo las avenidas del Callao, atrayendo pasajeros para las combis. Con apenas 13 años, se ganaba la vida en las esquinas, gritando rutas y jalando gente. Por cada pasajero que subía, ganaba diez céntimos. Era poco, pero suficiente para entender que el esfuerzo temprano forja carácter.
Natural de Castilla, Piura, Sandro migró a Estados Unidos en 2004, con solo 14 años. La llegada no fue fácil. Se instaló en Queens, donde comenzó a estudiar en el Richmond Hill High School mientras trabajaba a medio tiempo en una hamburguesería y como cajero. Conocía la urgencia del trabajo y también el valor del sacrificio. En esa época, lejos de casa, aprendió que no se necesita mucho para empezar, pero sí convicción para seguir adelante.

Sandro Navarro representa al Perú en diversas actividades de la comunidad latina en EE.UU. Foto: Impacto Latino
Sandro Navarro en el Ejército de EE.UU. y servicio a la comunidad inmigrante
Poco después de terminar el colegio, Sandro se enlistó en la Guardia Nacional del Ejército de EE.UU. Durante más de ocho años prestó servicio, participando en misiones en Afganistán y Kuwait. De esa etapa recuerda el rigor, pero también el aprendizaje: disciplina, trabajo en equipo y un fuerte sentido de responsabilidad. Fue condecorado por su labor con la Army Commendation Medal y la Medalla al Mérito Reservista.
Al volver a Estados Unidos, retomó sus estudios. Se graduó en Justicia Criminal en La Guardia Community College y, más adelante, obtuvo un título en Justicia Criminal Internacional. Durante ese tiempo, realizó una pasantía en la oficina del senador estatal José Peralta. Fue allí donde reafirmó su compromiso con la comunidad migrante, especialmente con los peruanos que, como él, luchaban por un lugar en una ciudad tan grande como exigente.
La voz peruana de Sandro Navarro en el corazón de Nueva York
Sandro comenzó a involucrarse activamente en organizaciones que trabajan con familias latinas en riesgo de desalojo. Luego, fundó el Centro Cívico Peruano de Nueva York, un espacio que busca visibilizar a los migrantes peruanos y brindarles apoyo real: desde asesoría legal hasta ayuda escolar para niños en situación vulnerable.
Entre sus mayores logros está el impulso del Proyecto Town Hall, una iniciativa que permitió establecer un diálogo directo entre la alcaldía y la comunidad peruana. Gracias a este esfuerzo, la ciudad de Nueva York reconoció por primera vez el aporte de los peruanos al tejido social y económico de la metrópoli.
Actualmente, Sandro es director de distrito para la senadora Jessica Ramos. Desde allí, se encarga de coordinar proyectos con las comunidades migrantes, escuchar sus necesidades y canalizar soluciones concretas. También organiza eventos comunitarios, celebra fechas patrias y fortalece los vínculos entre los líderes latinos y las instituciones públicas.
El sueño político del peruano Sandro Navarro
A pesar del reconocimiento que ha ganado, Sandro no habla de sus méritos como algo individual. “Mis logros son los logros de la comunidad”, repite. Sueña con dar un paso más: involucrarse directamente en la política y seguir abriendo caminos para los que llegan sin nada, pero con la esperanza intacta.
No todos saben que ese joven que hoy trabaja con autoridades estatales, comenzó su vida laboral gritando rutas en el puente Faucett. Su historia no es solo una anécdota de superación; es una prueba de que los peruanos también pueden tener voz y poder en el extranjero, cuando hay voluntad y sentido de pertenencia.
En Nueva York, donde miles de migrantes buscan abrirse paso, Sandro Navarro ya no solo representa a su comunidad: se ha convertido en un símbolo de lo que se puede lograr cuando uno no olvida de dónde viene, ni deja de pensar en a dónde quiere llegar.























