Las historias de la película Sigo siendo hablan del Perú. Conozca la de Consuelo Jerí, cantante ayacuchana.VOZ.,Santiago Roncagliolo El País. España. “Las andinas nos relacionamos con la divinidad cantando. Y la divinidad es la Tierra. En los pueblos de la sierra peruana, las campesinas les cantan a los apus, dioses de los cerros. Y cuando un hijo muere, su madre lo entierra con canciones”. Quien habla, Consuelo Jerí, ha cantado toda su vida. Tiene 43 años. A los cuatro, su madre la llevó a una radio local para que le dedicase una canción a su padre, que pasaba una temporada lejos de casa. Los tíos de Consuelo eran violinistas. Sus familiares cantaban todo el día. El pueblo entero lo hacía, durante la siembra, en las labores comunitarias, para los cumpleaños. Y las voces principales siempre pertenecían a mujeres. Consuelo es una de las cantantes de Sigo siendo, el nuevo documental del director peruano Javier Corcuera. Sigo siendo retrata la música y los paisajes de la costa, sierra y selva peruanas, pero no es una película con estrellas glamorosas. La mayoría de sus protagonistas ni siquiera se puede permitir dedicarse a la música profesionalmente. Trabajan como heladeros, vendedores o conductores de autobús. Consuelo Jerí es odontóloga. Sigo siendo cuenta un país oculto, negado, el país no oficial, que no sale en la televisión ni en los medios de comunicación, olvidado en la euforia del actual boom económico peruano. Y la historia de Consuelo es la de ese país. En los años setenta, cuando Consuelo aún vivía en el pueblito de Paucaray, el río se llevó a su hermano. Con los medios disponibles, ni siquiera fue posible encontrar el cadáver. En los años ochenta, les llegó el grupo terrorista Sendero Luminoso. El padre de Consuelo era el maestro del pueblo, y en ese lugar sin presencia del Estado, fungía de juez, secretario, abogado y redactor de cartas. Un hombre con educación era lo más cercano que había a una autoridad. Sendero lo amenazó de muerte, y la familia Jerí tuvo que desplazarse a la capital. “Durante la guerra –recuerda la cantante– te podían matar de los dos lados. Venía Sendero y te amenazaba. Y luego venían los militares, que creían que eras senderista, y te amenazaban también. Muchas familias vivieron eso”. Consuelo era la cuarta de once hijos. En Lima tuvo que colaborar en la educación de sus hermanos. Nunca dejó de cantar, pero para grabar un disco tuvo que esperar a que toda la familia se independizase económicamente. Según el músico Roberto Wangeman, Consuelo Jerí impacta por su naturalidad. La escuchas cantar y comprendes que siempre lo ha hecho, que ha mamado esta música, y es completamente auténtica. Ahora, gracias a la película, Consuelo exporta la música peruana. En el Perú, Sigo siendo se estrenó en veinte salas y duró en cartelera diez semanas, una hazaña para una película de estas características. Además se llevó el premio al mejor documental en el Festival de Cine de Lima. A nivel internacional, quedó seleccionada para los festivales de San Sebastián, Valladolid, Corea y La Habana, entre otros. El 17 de enero llega a doce salas españolas. El éxito del documental ha llevado a Consuelo a salas de conciertos en San Sebastián, Madrid e Islas Canarias. Ya está planeando un disco con canciones andinas latinoamericanas. Y sin embargo, ni siquiera se ha planteado dedicarse a la música profesionalmente: “No tengo afán de ser una artista comercial. Lo único que quiero es volver a las canciones con que crecí. Recuperar los recuerdos del mundo que perdí. Y reencontrar mis orígenes. Además, soy odontóloga. ¡No puedo abandonar a mis pacientes!”.