La tensa relación entre Federico García Lorca y Rafael Alberti. Biógrafo señala que ambos escritores de la Generación del 27 no tuvieron una amistad real como se creía. EFE. España. “Alberti mentía mucho, pero inconscientemente” y sus memorias, agrupadas bajo el título de La arboleda perdida “las escribió cincuenta años después de los hechos”, señala Hilario Jiménez Gómez, biógrafo de los poetas Rafael Alberti y Federico García Lorca. Los relatos memorialísticos del académico ponen como ejemplo de inexactitud cómo Alberti contaba que conoció a Lorca. “García Lorca le fue presentado por Gregorio Prieto, pero esto no es posible porque se conserva una carta del propio Alberti a Prieto dándole cuenta de que acaba de ver a García Lorca”, señala el biógrafo. Confusos recuerdos “Alberti confundía todo, fechas y lugares”, asegura Jiménez Gómez, quien tras haber dedicado una tesis doctoral y varios años a investigar las relaciones y el epistolario de ambos poetas, asegura que las cartas entre García Lorca y Alberti son “cartas paladinas, como las que se le escriben a un vecino, vacías”. “García Lorca marcó siempre mucha distancia de Alberti, no le gustó nunca; y Alberti hablaba mal de García Lorca a sus amigos, como hace por carta a José María de Cossio o a José María Chacón, cuando le llama ‘Federica’ o lo trata con tremenda fobia, o cuando dice del granadino que es ‘una niña que coge aceitunas’ y que le ha enseñado mucho de botánica”. Alberti y García Lorca. La difícil compañía es un libro que aborda los 12 años en que ambos poetas se conocieron, desde 1924 hasta 1936. Si bien solo tuvieron posibilidad de coincidir seis años, se constata que cuando el granadino fue asesinado “llevaban varios meses sin hablarse”. El desencadenante de este alejamiento final fue que Alberti y su esposa, María Teresa León, trataron de forzar a García Lorca para que firmara manifiestos comunistas e ingresara en el PCE, a lo que el granadino se negó con rotundidad, lo que originó una agria discusión entre ambos poetas de la que fue testigo Dámaso Alonso, en Madrid. Una generación dividida Jiménez Gómez también habló con Pepín Bello, quien le constató que Alberti y García Lorca nunca fueron amigos, y le aseguró que muchos se apartaban de García Lorca por su extremo amaneramiento, una circunstancia que no hacía precisamente feliz al granadino. “Lo de la Generación del 27 como la ‘Generación de la amistad’ fue algo que alentaron todos ellos, pero nunca hubo amistad verdadera entre ninguno del grupo”, asegura el biógrafo. Antes al contrario, a García Lorca y Alberti los molestaban sus propios compañeros, desde Pedro Salinas hasta Jorge Guillén, que se referían a ellos como “gallitos”, José Bergamín, que cargaba contra García Lorca en cuanto podía, o el padre de todos ellos, Juan Ramón Jiménez, prefiriendo al gaditano. El poeta Luis García Montero, en el prólogo del libro, da otra vuelta de tuerca al afirmar: “Federico García Lorca y Rafael Alberti no fueron enemigos. Nada más y nada menos”; y añade: “Los motivos de su celebrada cercanía se deben a tópicos de la crítica literaria y a la nostálgica elaboración de una mitología muy propia de la generación del 27”. García Montero acaba su prólogo matizando: “Nunca hubo una amistad estrecha entre García Lorca y Alberti, pero sí respeto mutuo y conciencia de intereses estéticos y humanos compartidos”. El dato Amistad o rivalidad. El libro realizado por Hilario Jiménez Gómez señala que la “celebrada cercanía de los poetas se debió en gran parte a los tópicos de la crítica literaria y a una nostálgica mitología” de la Generación del 27.