■■ En rigor, no tendría por qué figurar en la bibliografía de Los rendidos. Sobre el don de perdonar, el notable libro de José Carlos Agüero, ningún texto de narrativa literaria, pero el hecho de que aparezcan en ella Redoble por Rancas, de Scorza, y un par más de novelas –una de Milan Kundera, La insoportable levedad del ser; la otra Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque– hace reparar en que ni un solo título de nuestra narrativa de la violencia centrada en la que desató Sendero Luminoso acompaña a los tres mencionados, pese a que es en torno de esa época que gira, precisamente, el libro de Agüero. Como es obvio, se trata de una advertencia superflua, pues las lúcidas reflexiones del autor parten de experiencias personales a las que nada podría aportar la ficción. Los suyos son asedios a una realidad vivida, asedios más que académicos urgidos por una necesidad interior, efectuados desde un “saber endeble”, desde una “desposesión de la verdad” (las expresiones son de Agüero), desde una honestidad que los hacen singularmente preciosos. No sería nada superfluo, en cambio, que los narradores peruanos que escriben o se proponen escribir sobre la guerra interna incluyeran en sus bibliografías personales el reciente y breve libro de Agüero. Como pocos –si alguno entre los nuestros– ese libro les abrirá un panorama complejo y rico, inexplorado aún –o casi– por nuestra prosa de ficción. Mucho más complejo y muchísimo más rico que la mera violencia, tan trajinada ya.