Jorge Luis Glenni dice que muerte de Marco Antonio fue inevitable. Modelo contó con detalles cómo planificó y ejecutó, con 2 cómplices, el asesinato que sacudió por segunda vez, en menos de 15 días, el ambiente de la farándula limeña. “Se resistió hasta el final, tuvimos que golpearlo y ahorcarlo” . Alexi Velásquez Solar. Planificaron hasta el último detalle. La vida de Marco Antonio les importó poco, sabían que tenían que matarlo y lo hicieron para no dejar rastro. El modelo Jorge Luis Glenni Ponce, ex pareja sentimental del estilista de las estrellas, admitió ante el fiscal Arturo Chalco Cornejo que “el homicidio fue inevitable”. La víctima lo conocía solo a él, por eso debía asegurarse de que guardaría “silencio eternamente”. Sus dos cómplices estuvieron de acuerdo. Creyeron que así la policía jamás los relacionaría con el crimen. Todos se equivocaron. Dejaron demasiados cabos sueltos que acabaron por delatarlos. “Fue un asesinato cometido con premeditación, alevosía, ensañamiento y ventaja. En este caso se dieron todos los agravantes…”, declaró en entrevista con La República el general Eusebio Félix Murga, jefe de la Dirincri, unidad policial que esclareció en 72 horas el atroz homicidio. Glenni Ponce habló largo y tendido cuando los detectives le mostraron las pruebas que lo vinculaban con la muerte del carismático peinador. Primero le mostraron la computadora portátil que la noche del jueves pasado le robaron a la víctima. –Tus huellas están por todos lados, le dijo un experimentado agente, mientras le mostraba la laptop que la tarde del domingo había sido recuperado por las autoridades. –Se la vendiste a un ingeniero, ¿recuerdas? El hombre te ha reconocido…, insistió el custodio, sin darle tregua. –Confiesa, muchacho. Vamos a ayudarte, continuó el acoso infaltable en todo interrogatorio policial. Quienes participaron en la maratónica sección en la sede de la Dirincri aseguraron que Jorge Luis Glenni no perdió la calma, solo lo hizo después, cuando tuvo ante sus ojos varios relojes de colección que también había sustraído con sus cómplices del escenario del crimen. Los mencionados objetos acababan de ser recuperados por los encargados de las pesquisas en el campo ferial Las Malvinas, de la Av. Argentina, uno de los principales centros de venta de productos de segunda mano de Lima. –¿Los reconoces?, le preguntó, esta vez un teniente, con tono conciliador, tratando de ganarse su confianza. Ansioso y sin argumentos El ex modelo, de 190 mt. de estatura, con cabellos cortos tipo militar, se mostró ansioso. Sabía que estaba acorralado y no tenía más que admitir su responsabilidad. –Íbamos a robar y se nos pasó la mano…, confesó, por fin. Seguidamente añadió: “Marco Antonio se puso bravo”. –No mientas más, él te conocía, sabías que no podías dejarlo vivo…, interrogó, esta vez, el agente que desde un principio se mostró más inquisidor. Las fuentes consultadas por este diario revelaron que a partir de ese instante, siempre en presencia del fiscal Arturo Chalco Cornejo, el acusado comenzó a relatar con detalles lo sucedido. señalamiento Primero identificó a quienes lo ayudaron a consumar el delito: Miguel Ángel Velásquez Zarazú y Jordan Antonio Pacheco Huamanchumo, de 24 y 19 años de edad, respectivamente. Dijo que la tarde del último jueves 9, los tres se reunieron en la casa de Miguel Velásquez, ubicada en la cuadra 14 de la calle Juan Olaechea, zona de la urbanización Palomino, a fin de ultimar los detalles del “golpe”. cita con la muerte El plan incluía contactar telefónicamente a Marco Antonio para proponerle tomar unos tragos y tener un encuentro amoroso. Glenni Ponce lo llamó a su celular a las 8.30 de la noche de ese día y concretó la cita con el estilista. Sabía que no lo rechazaría porque le tenía aprecio. Al menos se lo había demostrado las veces en que le formuló la misma propuesta. En camino El ex modelo estima que minutos antes de las 9 de la noche partió con sus cómplices desde la zona de Palomino, donde los tres domiciliaban, hasta la primera cuadra del jirón Choquehuanca, barrio de San Isidro en el que se halla la residencia de la víctima. Para el efecto utilizaron un automóvil Tico color guinda. El vehículo no era robado. Jordan Antonio Pacheco Huamanchumo, el integrante menor del trío homicida, lo alquilaba para prestar servicio de taxi. A las 9.20 llegaron hasta la esquina formada por las cuadras 33 y 34 de la avenida Arequipa. Allí estacionaron el carro y los tres realizaron un reconocimiento exterior del inmueble de Marco Antonio. –Jordan quería explorar la zona a pie para ver las vías de escape, explicó después Jorge Luis. Dijo, además, que el mencionado individuo regresó luego a la Av. Arequipa para esperarlos dentro del Tico. De acuerdo con el siniestro plan, solo Jorge Luis Glenni iba a ingresar de buena forma a la casa. Al fin y al cabo estaba invitado. Ya dentro, tenía previsto aprovechar un descuido del estilista para dejar la puerta entreabierta a fin de facilitar el ingreso de Miguel Ángel Velásquez Zarazú, (a) “Pachón”. Glenni llegó a la cita a las 9.30 pm. Fue recibido con un beso en la mejilla por el dueño del predio. Ambos bebieron un trago de whisky en la sala. “Conversamos un momento y luego Marco me envió a comprar comida china para cenar”, relató, ya más sereno Glenni, como si la confesión le hubiese liberado de la tensión que llevaba por dentro. Compró una porción de tallarín triple, con carne de chancho, gallina y camarones. También un kam lu wantan. Lo hizo en el chifa “Xin Xin”, de la cuarta cuadra de la calle Comandante Espinar, en Miraflores. Lo acompañó Miguel Ángel Velásquez. Fueron y regresaron en un taxi. En el trayecto revisaron los pasos que debían seguir. Descubrió engaño Tal y como habían acordado, Velásquez esperó atento en la calle, mientras el ex modelo preparaba a la víctima. Glenni afirma que subió con Marco Antonio al segundo piso, cenaron juntos y antes de intimar bajó a la primera planta, abrió la puerta principal y después enrumbó inmediatamente a los altos. “En las escaleras encontré a Marco Antonio. Estaba enfadado, se había dado cuenta de que íbamos a robarle...”, declaró el detenido. –¿Qué pasó después?, insistió otro de los integrantes del equipo especial de investigación. Gritó mucho –Empezó a gritar, gritó mucho, tuve que sujetarlo del cuello con un brazo. De pronto se desmayó. –¿Y...?, continuó indagando el mismo agente. –Lo arrastré por las escaleras hasta la sala y lo puse bocabajo en el piso. En ese momento Miguel Ángel ya había entrado y estaba oculto detrás de un sofá, siguió hablando el principal responsable del crimen. Dijo, además, que cuando se disponía a atar a la víctima, esta reaccionó sorpresivamente. –Miguel tuvo que golpearle la cabeza con un adorno de cerámica para dejarlo quieto, expresó. Luchó hasta el final El infortunado estilista luchó hasta el final. Volvió a recuperar el conocimiento cuando Jorge Luis Glenni ya lo había amarrado de pies y manos con un cable eléctrico. –Le tapé la boca y me mordió una mano. Siguió gritando el condenado, por eso lo amordacé con un polo. Miguel le colocó una bolsa de plástico en la cabeza. Después yo lo ahorqué. Glenni Ponce reveló el desenlace de aquella noche de muerte con extrema frialdad y sin evidenciar arrepentimiento. El general Eusebio Félix, jefe de la Dirincri, se aventuró a calificarlo como un desalmado. “No tuvo piedad, actuó con saña”, dijo. Continúa mañana. –¿Los reconoces?, le preguntó, esta vez un teniente, con tono conciliador, tratando de ganarse su confianza. Ansioso y sin argumentos El ex modelo, de 190 mt. de estatura, con cabellos cortos tipo militar, se mostró ansioso. Sabía que estaba acorralado y no tenía más que admitir su responsabilidad. –Íbamos a robar y se nos pasó la mano…, confesó, por fin. Seguidamente añadió: “Marco Antonio se puso bravo”. –No mientas más, él te conocía, sabías que no podías dejarlo vivo…, interrogó, esta vez, el agente que desde un principio se mostró más inquisidor. Las fuentes consultadas por este diario revelaron que a partir de ese instante, siempre en presencia del fiscal Arturo Chalco Cornejo, el acusado comenzó a relatar con detalles lo sucedido. Señalamiento Primero identificó a quienes lo ayudaron a consumar el delito: Miguel Ángel Velásquez Zarazú y Jordan Antonio Pacheco Huamanchumo, de 24 y 19 años de edad, respectivamente. Dijo que la tarde del último jueves 9, los tres se reunieron en la casa de Miguel Velásquez, ubicada en la cuadra 14 de la calle Juan Olaechea, zona de la urbanización Palomino, a fin de ultimar los detalles del “golpe”. cita con la muerte El plan incluía contactar telefónicamente a Marco Antonio para proponerle tomar unos tragos y tener un encuentro amoroso. Glenni Ponce lo llamó a su celular a las 8.30 de la noche de ese día y concretó la cita con el estilista. Sabía que no lo rechazaría porque le tenía aprecio. Al menos se lo había demostrado las veces en que le formuló la misma propuesta. En camino El ex modelo estima que minutos antes de las 9 de la noche partió con sus cómplices desde la zona de Palomino, donde los tres domiciliaban, hasta la primera cuadra del jirón Choquehuanca, barrio de San Isidro en el que se halla la residencia de la víctima. Para el efecto utilizaron un automóvil Tico color guinda. El vehículo no era robado. Jordan Antonio Pacheco Huamanchumo, el integrante menor del trío homicida, lo alquilaba para prestar servicio de taxi. A las 9.20 llegaron hasta la esquina formada por las cuadras 33 y 34 de la avenida Arequipa. Allí estacionaron el carro y los tres realizaron un reconocimiento exterior del inmueble de Marco Antonio. –Jordan quería explorar la zona a pie para ver las vías de escape, explicó después Jorge Luis. Dijo, además, que el mencionado individuo regresó luego a la Av. Arequipa para esperarlos dentro del Tico. De acuerdo con el siniestro plan, solo Jorge Luis Glenni iba a ingresar de buena forma a la casa. Al fin y al cabo estaba invitado. Ya dentro, tenía previsto aprovechar un descuido del estilista para dejar la puerta entreabierta a fin de facilitar el ingreso de Miguel Ángel Velásquez Zarazú, (a) “Pachón”. Glenni llegó a la cita a las 9.30 pm. Fue recibido con un beso en la mejilla por el dueño del predio. Ambos bebieron un trago de whisky en la sala. “Conversamos un momento y luego Marco me envió a comprar comida china para cenar”, relató, ya más sereno Glenni, como si la confesión le hubiese liberado de la tensión que llevaba por dentro. Compró una porción de tallarín triple, con carne de chancho, gallina y camarones. También un kam lu wantan. Lo hizo en el chifa “Xin Xin”, de la cuarta cuadra de la calle Comandante Espinar, en Miraflores. Lo acompañó Miguel Ángel Velásquez. Fueron y regresaron en un taxi. En el trayecto revisaron los pasos que debían seguir. Descubrió engaño Tal y como habían acordado, Velásquez esperó atento en la calle, mientras el ex modelo preparaba a la víctima. Glenni afirma que subió con Marco Antonio al segundo piso, cenaron juntos y antes de intimar bajó a la primera planta, abrió la puerta principal y después enrumbó inmediatamente a los altos. “En las escaleras encontré a Marco Antonio. Estaba enfadado, se había dado cuenta de que íbamos a robarle...”, declaró el detenido. –¿Qué pasó después?, insistió otro de los integrantes del equipo especial de investigación. gritó mucho –Empezó a gritar, gritó mucho, tuve que sujetarlo del cuello con un brazo. De pronto se desmayó. –¿Y...?, continuó indagando el mismo agente. –Lo arrastré por las escaleras hasta la sala y lo puse bocabajo en el piso. En ese momento Miguel Ángel ya había entrado y estaba oculto detrás de un sofá, siguió hablando el principal responsable del crimen. Dijo, además, que cuando se disponía a atar a la víctima, esta reaccionó sorpresivamente. –Miguel tuvo que golpearle la cabeza con un adorno de cerámica para dejarlo quieto, expresó. Luchó hasta el final El infortunado estilista luchó hasta el final. Volvió a recuperar el conocimiento cuando Jorge Luis Glenni ya lo había amarrado de pies y manos con un cable eléctrico. –Le tapé la boca y me mordió una mano. Siguió gritando el condenado, por eso lo amordacé con un polo. Miguel le colocó una bolsa de plástico en la cabeza. Después yo lo ahorqué. Glenni Ponce reveló el desenlace de aquella noche de muerte con extrema frialdad y sin evidenciar arrepentimiento. El general Eusebio Félix, jefe de la Dirincri, se aventuró a calificarlo como un desalmado. “No tuvo piedad, actuó con saña”, dijo. Sabía usted que... Robo. El confeso asesino y sus dos cómplices le robaron al estilista 15 mil soles, cinco relojes de colección, una computadora portátil, dos teléfonos celulares y ropa exclusiva valorizada en unos 30 mil soles. Reparto. El mismo día del crimen fueron al Parque El Olivar de San Isidro. Allí se repartieron el dinero en efectivo. Glenni Ponce afirma que a él le tocó 3 mil soles y, luego, otros 1,500 por la venta de todas las especies. El dinero fácil –Jorge Luis Glenni Ponce nació en Lima el 23 de agosto de 1987. Tiene 21 años. Cuando cumplió 17, tras culminar su educación secundaria, se independizó. –Hasta entonces no había padecido necesidades. Su abuela Carla y sus padres, que son dueños de varios inmuebles y negocios en la urbanización Los Cipreses, Cercado de Lima, le brindaron todo. –En febrero de 1991, recién salido del colegio, consiguió trabajo como anfitrión en el spa que Marco Antonio Gallego poseía en San Isidro y empezó a ganar su propio dinero. –Debido a su alta estatura (1.90 mt.) y sus otros atractivos físicos, el estilista lo sedujo y convirtió en su pareja sentimental. A partir de ese momento se acostumbró a recibir dinero fácil a cambio de sus favores sexuales, que al final terminó arruinándole la vida. –No quiso ir a la universidad, pese a que sus progenitores insistieron en que lo haga. Se metió de lleno, durante los últimos dos años, al ambiente de la farándula, desarrollando oscuras actividades que su familia siempre reprobó. –Desde el 2007 estaba alejado de los suyos. Esporádicamente solo visitaba a su abuela Carla.