La familia Hinostroza Rojas siguió de cerca el discurso presidencial dentro de su casa de Los Sauces. Esperaban que se hablara sobre el precio del balón del gas y la seguridad., Todos estaban sobre la cama y frente al televisor cuando el presidente Ollanta Humala empezaba a proclamar su último mensaje ante el Congreso. Eran las 11:41 de la mañana cuando se percataron también de que la primera dama, Nadine Heredia, se encontraba sentada en el segundo nivel del hemiciclo del Congreso. En esos momentos el mandatario resaltaba que más de un millón 300 mil peruanos habían salido de la pobreza en el país. En tanto, a cuatro kilómetros del Parlamento, en la casa de la manzana C, lote 3 del asentamiento humano 24 de Diciembre (cerro Los Sauces, en San Juan de Lurigancho), doña Modesta Rojas Taza (40) se molestaba. "Por acá nadie ha salido de la pobreza en estos años", refunfuñaba y solo su esposo, don Moisés Hinostroza Quispe (40), la entendía. Los niños miraban fijamente la pantalla y aún no se aburrían, ni se escapaban a jugar a la calle. Media hora antes, mientras el jefe del Estado se preparaba para salir de Palacio de Gobierno en dirección al Congreso, doña Modesta regresaba del mercado con una bolsa llena de papas y betarragas. La acompañaban las pequeñas Deysi (7), Yovanna (6) y Diana (3). La segunda llevaba una escarapela de tela prendida en su casaca rosada y le preguntaba por las Fiestas Patrias. Su mamá, en ese rato, solo esperaba que el presidente Humala hablara sobre su promesa de bajar el precio del balón de gas a 12 soles. "Está costando 40 y eso es mucho", contó, mientras subía la escalera 13, cuyas gradas te avisan cuánto se ha avanzado hacia la punta del cerro. Cuando doña Modesta llegó a su casa, faltaban 15 minutos para que los peruanos escucharan el mensaje presidencial. Allí se encontraba don Moisés junto a sus tres hijos hombres. Todos descansaban. "Acá en Los Sauces y en el distrito, las cosas están graves. Hace unos días han acuchillado a dos jóvenes para robarles sus celulares", narró, mientras observaba las innumerables cruces y nichos que tiene como paisaje a través de su ventana. "Ojalá Humala hable sobre cómo se va a combatir a la delincuencia", dijo el padre. Ya adentro su esposa prendía, apurada, la cocina. Modesta y Moisés se dejaron seducir por la capital hace 23 años. Llegaron de Huancayo y se establecieron en el cerro Los Sauces cuando estos eran invadidos por los migrantes. Don Moisés es mototaxista, pero antes fue albañil, guachimán y hasta ex soldado del Ejército. Doña Modesta solo se dedica a sus hijos en la casa. A las 11:51 de la mañana, el señor Moisés no pudo dejar de sonreír cuando escuchó decir al presidente que el programa Qali Warma beneficia a más de 3 millones 100 mil escolares de más de 58 mil instituciones educativas públicas de inicial y primaria a nivel nacional. "Hay que decirle que al colegio 128 La Libertad no llegan los desayunos", afirmó ante la mirada de las pequeñas Deysi y Yovanna, quienes movían la cabeza de arriba a abajo luego de oírlo. Vivir en Los Sauces Cuando uno de sus hijos o su misma esposa, o él mismo, caen rendidos a la cama por una enfermedad, Moisés debe acudir a la posta La Libertad, la cual se ubica más cerca de su casa. Si algo reconoce este mototaxista es que el gobierno tuvo el acierto de extender la cobertura del Seguro Integral de Salud (SIS). Todos sus hijos están asegurados y eso lo tranquiliza a las 12:06 de la tarde, mientras el presidente da a conocer sus logros en el sector Salud ante el Congreso. Sin embargo, aún encuentra problemas dentro de los nosocomios. "A nosotros solo nos atienden si nos ven que nos estamos muriendo. Si no es así nos dan una cita que tardan semanas. Eso es lo malo", dice sobre la cama que se quedó vacía. Tres minutos después, a las 12:09, se acabó el gas mientras doña Modesta preparaba la ensalada rusa, que por esta vez iba a comerse sin el pollo frito. "El balón de gas nos dura un mes y para eso debemos cocinar unos días con leña y otros ir al comedor", detalló doña Modesta al salir de casa. Aún el mandatario no hablaba sobre esa promesa que ella quería oír. Hubo un momento en el que Humala habló sobre el programa Techo Propio. Ocurrió a las 12:17 de la tarde cuando doña Modesta le volvió a preguntar a su esposo si el presidente ya había hablado sobre el balón de gas y este le respondió que aún no. "Hemos logrado una cifra récord de inversión de 6 mil 398 millones de soles que han brindado 152 mil 194 casas a través de Techo Propio y del Fondo Mi Vivienda", dijo el jefe del Estado entre los aplausos de algunos congresistas que escuchaba, a través del televisor, don Moisés. La vivienda de la familia Hinostroza Rojas está a medio construir. Solo la fachada es de ladrillos y cementos. Una de las ventanas no cuenta con lunas, la separación de los ambientes es de triplay y están cubiertos por calaminas de acero. "Eso no es tan cierto. Yo fui a Techo Propio. Vinieron a mi casa y después me dijeron que no podían ayudarme porque mi casa estaba muy arriba", explicó el señor Moisés indignado. Decepción en casa Cuando llegó el nuevo balón de gas, el presidente Humala ya había hablado: "Hoy, con el proceso de masificación del gas natural domiciliario 326 mil 765 familias de Lima, Callao e Ica cuentan con conexiones de gas y pagan por este servicio entre 9 y 12 soles mensuales". Eran las 12:21 y la señora Modesta le preguntaba a su esposo si eso los beneficiaba y este le decía que, por el momento, no. Don Moisés tampoco quedó satisfecho cuando, al finalizar el discurso, escuchó las medidas sobre seguridad. "Es mejor que las Fuerzas Armadas nos cuiden", dijo y se retiró del cuarto. Era hora de trabajar.