La superarma secreta de Velasco Alvarado para invadir Chile: profesor de la UNI que participó en el proyecto revela cómo funcionaba
En 1974, el gobierno de Juan Velasco Alvarado ideó el proyecto Morochuco, una superarma secreta que intentaba recuperar territorios perdidos en la Guerra del Pacífico. Un ingeniero de la UNI revela los secretos detrás de este ambicioso plan.
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Durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), Perú estuvo cerca de llevar a cabo una invasión militar a Chile. En 1974, bajo su mandato, se desarrolló un proyecto ultrasecreto conocido como Morochuco, una iniciativa ambiciosa que involucró el diseño de una superarma capaz de operar en las duras condiciones del desierto de Atacama, en el vecino país. Esta operación, que implicaba tanto el uso de tecnología avanzada como el trabajo discreto de un equipo de ingenieros peruanos, tuvo como objetivo recuperar los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico. Hoy, más de 40 años después, un destacado ingeniero y profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) revela detalles inéditos sobre cómo se gestó este proyecto, que estuvo rodeado de secretos y altos riesgos.
En una reciente entrevista, Manuel Luque, uno de los principales involucrados en Morochuco, detalló los pormenores de este ambicioso plan que involucró tanto el esfuerzo de la industria peruana como la colaboración de expertos extranjeros. Luque, quien ha sido galardonado en múltiples ocasiones por la NASA, compartió con La República los desafíos y logros detrás de la creación de esta arma que pudo haber cambiado el curso de la historia del país.
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Morochuco: el proyecto secreto de Juan Velasco Alvarado
El proyecto Morochuco, como se conoció en los círculos más cercanos al gobierno de Juan Velasco Alvarado, se originó en un contexto de alta tensión internacional y con el objetivo de recuperar territorios perdidos durante la Guerra del Pacífico. En 1974, un equipo de ingenieros peruanos liderados por Manuel Luque comenzó a trabajar en un vehículo militar de altas prestaciones que debía operar en el desierto de Atacama, en Chile. La idea era desarrollar un Jeep robusto que pudiera lanzarse en paracaídas y soportar el impacto de un aterrizaje a gran velocidad.
“El general Velasco tenía la idea de recuperar los territorios antes perdidos en la Guerra del Pacífico. El gobierno militar tenía mucho contacto con los países detrás de la Cortina de Hierro y uno de ellos era Rumania. Por lo que tengo conocimiento, primero nos enviaron un chasís comercial de Aro y teníamos que convertirlo en una estructura que pudiera soportar como Jeep militar”, reveló el ingeniero Manuel Luque para La República.
El prototipo fue diseñado a partir de un chasis comercial de la empresa rumana Auto Romania (ARO) y estaba equipado con una ametralladora de 12 milímetros y un pedestal para bazooka, con sistemas reforzados de suspensión capaz de transportar a tres soldados. El proyecto fue ejecutado en absoluto secreto por un equipo de trabajo en las instalaciones de Moraveco, una empresa ubicada en un área que hoy corresponde al distrito de Villa El Salvador, donde la geografía sirvió de apoyo para simular las condiciones del desierto de Atacama
“No podía hablar ni con mi padre ni mis hermanos ni mi madre del tema porque era confidencial. Teníamos un experto suizo que nos apoyaba, que había trabajado antes en algunos proyectos militares en Europa y logramos hacer el vehículo. No sabíamos cuando sería la fecha de la invasión. Era secreto de secreto, pero sabíamos que venía pronto, que era antes de 1979, con motivo del centenario del inicio de la Guerra del Pacífico", señaló.

El plan de la invasión a Chile incluía el uso de tanques rusos T-55 y aviones Sukhoi-22. Foto: ChatGPT.
¿Por qué no se llegó a concluirse el proyecto Morochuco?
Aunque el prototipo de Morochuco fue completado en 1975, las pruebas realizadas en el desierto de Villa El Salvador demostraron que el vehículo no cumplía con las expectativas. Según Luque, el Jeep sufrió fallas estructurales durante las pruebas de caída en paracaídas, una de las condiciones fundamentales para que fuera operativo. La estructura no soportaba la velocidad de caída estimada y, como resultado, el vehículo se dañó gravemente.
“Ese jeep quedó revirado. El gobierno militar reaccionó ‘¿qué ha pasado? ¿Cómo es posible?’ Y nosotros dijimos que lo íbamos a modificar. En esa época no había programas de computadora en los que se podía ver si antes de lanzarlo va a funcionar. Además, este era un chasis comercial que no estaba hecho para soportar. Nosotros habíamos calculado una velocidad de x metros por segundo de caída y le dijimos a las fuerzas aerotransportadas que debían poner una cantidad de paracaídas o un paracaídas para que pueda prevenir una caída más allá de 12 metros por segundo, sino esa energía se iba a convertir en una falla estructural”, contó.
Además de estos problemas técnicos, el proyecto sufrió un giro inesperado cuando el 28 de agosto de 1975, el general Francisco Morales Bermúdez depuso a Juan Velasco Alvarado, lo que trajo consigo un cambio en las prioridades políticas y militares del país. La nueva administración abandonó el proyecto Morochuco, y el plan de invasión a Chile quedó en el olvido. Luque recuerda que recibió una llamada de Samuel Drassinower, presidente del directorio de Moraveco, quien le informó que todo había sido cancelado.
Cabe destacar que el plan de Velasco también incluía el uso de tanques rusos T-55 y aviones Sukhoi-22, que junto con los jeeps encabezarían la invasión hacia Chile. Los vehículos incluían un telémetro para calcular con precisión la posición de los objetivos, facilitando los ataques del ejército: “Se iba a tener una mira hacia los tanques chilenos, otra mira hacia el tanque peruano y por triangulación se sabía cuál era la distancia y se informaban a nuestros militares para que puedan tener el ángulo apropiado de sus cañones para poder combatir al enemigo”, detalló.

El proyecto fue cancelado, tras la toma de mando de Francisco Morales Bermúdez. Foto: LUM.
Manuel Luque, el profesor de la UNI premiado por la NASA
Manuel Luque, quien desempeñó un papel crucial en el desarrollo del proyecto Morochuco, ha continuado su carrera como un referente de la ingeniería peruana. Después de su trabajo en Moraveco, se especializó en proyectos de automatización y en la formación de nuevas generaciones de ingenieros, logrando destacar con tres premios internacionales por la NASA. Actualmente es profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), donde imparte cursos sobre mediciones y control automático.
A lo largo de su carrera, ha logrado importantes logros, como el diseño de un fotobiosensor para medir la frecuencia cardiaca de astronautas, una innovación que fue premiada en 2019. Asimismo, en 2020, Luque desarrolló una rueda innovadora para vehículos espaciales, y en 2023, lideró un proyecto enfocado en apoyar a poblaciones vulnerables del país.
























