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Sociedad

El virus de la COVID-19 afectó más a los pobres

Joseph Zárate es autor de los libros “Guerras del interior” y “Algo nuestro sobre la tierra”. Ambos títulos están compuestos por crónicas que te logran envolver. En el primer texto relata los conflictos sociales en el Perú. En el segundo narra historias de las personas que estuvieron en la última línea durante la pandemia de la COVID-19.

EL PERIODISTA Y EDITOR PERUANO JOSEPH ZARATE, GANO EL PREMIO GABRIEL GARCIA MARQUEZ CON LA CRONICA "UN NIÑO MANCHADO DE PETROLEO", EN EL FESTIVAL GABO, COLOMBIA, ORGANIZADO POR LA FUNDACION NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO
EL PERIODISTA Y EDITOR PERUANO JOSEPH ZARATE, GANO EL PREMIO GABRIEL GARCIA MARQUEZ CON LA CRONICA "UN NIÑO MANCHADO DE PETROLEO", EN EL FESTIVAL GABO, COLOMBIA, ORGANIZADO POR LA FUNDACION NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO

Sobre tu último libro “Algo nuestro sobre la tierra”, ¿te parece que el coronavirus ha sido democrático en nuestro país?

Sin duda que no. A pesar de que el virus afecta a todos por igual, pero en verdad no es así porque vivimos en una sociedad desigual con un acceso a oportunidades también desigual. Los nombres de las listas de muertos eran de la gente más pobre, los que no tenían seguro médico, los que no tenían para comprar oxígeno, los que no tenían la oportunidad de acceder a una cama UCI. Esa gente es la que fallecía más. En la vacunación, por ejemplo, la gente con dinero, con recursos, podía ir a otro lugar a vacunarse, mientras que la gente sin plata no podía hacer eso mismo. Entonces, me parece que esa idea del virus democrático es más bien para ocultar ciertas grietas de la estructura social, económica y política.

¿Por qué decidiste escribir un libro sobre las personas que se encargaban de la última línea?

Trabajaba en IDL Reporteros. Entonces una tarea era investigar el subregistro de muertos. Mientras que el Estado decía una cantidad, en los hospitales, las funerarias y demás había una cifra tres o cuatro veces mayor de fallecidos. Entonces, eso a mí me llevó a tratar de indagar más, como probar eso que estábamos viendo más allá de las cifras que no coincidían. Sentí que la mejor forma era ir a trabajar con los obreros funerarios. Dije aquí hay algo que se tiene que contar para que la gente pueda saber de primera mano qué estaba pasando, respecto a nuestros muertos y a como el gobierno estaba administrando la pandemia.

¿Y el temor dónde quedó?

No sé. Un día que estaba reporteando mi mamá me llama y me dice: ‘Tu tío que vive en Pucallpa se ha muerto por coronavirus’, mientras yo estaba cargando a los muertos. Pero me parece que valió la pena. El libro es muy doloroso de leer, pero intenté que sea una especie de liturgia hecha con palabras, con datos, con información para que la gente, de alguna manera, se sienta acompañada. Porque había mucha ignorancia sobre lo que paso realmente fuera de nuestras casas.

En el texto también mencionas a un grupo de venezolanos que realizaban este trabajo de última línea...

Uno de ellos me cuenta que tiene una hija de tres años en Venezuela y él no le dice a la pequeña que trabaja en un crematorio para no asustarla. Entonces, cada vez que ella le pregunta “¿papá, donde trabajas?”, él le dice que en un parque. Luego le pide que le muestre su trabajo, entonces él toma una foto del jardín del crematorio, y se la envía. La pequeña le consulta si hay toboganes, y le miente, le dice que sí, que sí hay. Eso me conmovió muchísimo, porque en medio de todo ese infierno que fue la pandemia, el ser humano de alguna manera intenta hacer prevalecer esos gestos de amor, de preocupación, de cuidado.

Vacunas contra la viruela del mono

Foto: composición Gerson Cardoso/La República

¿Te afectó emocionalmente todo lo que viviste?

Pensé que no me iba a afectar, pero sí me hizo daño, todo lo que vi, los cuerpos, la gente llorando, recogiendo sus fallecidos, era una carga emocional muy fuerte. Me contagié un año después, en enero de 2021, pero no trabajando, estaba en casa. Nunca estuve tan enfermo como esa vez. Ahí fue cuando dije: ‘Voy a escribir esto, voy a tratar de contar qué cosa vi, qué pasó y todo eso’.

Estudió Comunicación Social en la Universidad Católica de Santa María. Especialista en comunicación para el desarrollo. Y con la convicción plena de que la finalidad del ser humano es siempre buscar la verdad.