“Ángel del Oxígeno” dejó de operar por amenazas de mafias de revendedores
Resguardo. Empresario José Luis Barsallo, dueño de la distribuidora CrioGas, no atendió ayer al público por falta de garantías. Policía investiga hostigamiento y brinda resguardo.
El empresario José Luis Barsallo, dueño de la distribuidora de oxígeno medicinal CrioGas, ubicada en el Callao, dejó de atender al público ayer por falta de garantías para su vida y la de sus trabajadores, pues las amenazas de muerte que recibe de revendedores del recurso se han acentuado.
“Llegan para comprar oxígeno a bajo costo y luego lo revenden por elevadas sumas, aprovechando la alta demanda de este insumo médico”, dijo el “Ángel del Oxígeno”, quien además contó que la policía “ya está llevando adelante todo este tema para cuidar a mi familia”.
Empresa del Ángel del Oxígeno
Desde hace una semana, Barsallo no pudo hacer otra cosa más que hablar de su calvario y volver a recordarlo una y otra vez. Pero ayer debió soportar más amenazas que, lógicamente, alteraron su ánimo.
Por la mañana, a través de un comunicado, la empresa denunció que personas llegan con documentos de dudosa credibilidad con la intención de adquirir el elemento esencial para obtener un beneficio particular.
Barsallo estima que estas personas se llevan alrededor del 50% del oxígeno para ser revendido en el mercado negro.
El empresario pidió a las autoridades que le faciliten un padrón oficial de pacientes con Covid-19, a fin de vender solo a quienes realmente necesitan y no a quienes buscan lucrar con la necesidad de la población.
“Queremos que alguna entidad del Estado nos apoye con un padrón oficial de pacientes, para que esto no suceda. Ayer (miércoles) he sacado de la fila como a 45 personas que no tenían los documentos y, luego, volvieron con un certificado que seguro lo hicieron ellos mismos”, comentó.
Asimismo, denunció que sujetos inescrupulosos realizan el cobro de hasta S/ 100 por espacios en la larga fila que realizan parientes o amigos de pacientes en los exteriores de su local.
Ayer, decenas pernoctaron frente a la distribuidora, esperando ser atendidos.
La desesperada carrera por buscar oxígeno llevó a hombres y mujeres a hacer colas. Desde temprano se apreciaron unos 300 balones vacíos fuera del local. Cilindros de 10 metros cúbicos acompañaban a personas dispuestas a salvar la vida de un ser querido o paliar su sufrimiento aunque sea por unas horas.