Coronavirus: miedos y retos (VIII)
“Para contar con un Estado eficiente, aparte de obtener recursos vía impuestos, deberá tener también participación en las utilidades netas en un mínimo del 40%, una vez que la empresa privada recupere la inversión inicial”
César Caro
Podría decirse que la mayoría de analistas coinciden en que el mundo ya no será igual, y no solo por el virus al que se espera controlar tarde o temprano, sino porque ha rebelado cuán frágil es el ser humano y sus instituciones, a tal punto que hay quienes dicen que nos estamos moviendo hacia una tercera revolución industrial, que se va a caracterizar, aparte de reemplazar por la robotización gran parte del trabajo humano, --disminuyendo el valor e importancia del mismo en la producción de bienes--, por traer consigo un nuevo papel para los Estados y las grandes empresas multinacionales, que verán disminuir sus privilegios y ganancias totales.
Así vemos ya que aquellos que creían que el Estado debe ser mínimo, de pronto piden a gritos que el mismo los proteja y que brinde servicios de salud, subvenciones económicas (“renta básica universal”), educación y seguridad. Ser neoliberal en este momento resulta simplemente absurdo: sin Estado no hay protección posible.
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Y para brindarla, tiene que contar con mayores recursos y ello solo se puede conseguir cambiando varias normas económicas que hoy tiene un carácter cuasi sagrado, a tal punto que muchos dicen que no se pueden variar, cuando la historia nos enseña que el “bien común” hace que las mismas muchas veces sean reemplazadas por otras, muchas veces a fuego y sangre. Un ejemplo somero: si las mismas fueran eternas o inamovibles, continuaríamos siendo colonia de España.
Y para contar con un Estado eficiente, aparte de obtener recursos vía impuestos, deberá tener también participación en las utilidades netas en un mínimo del 40%, una vez que la empresa privada recupere la inversión inicial e incluso multiplique la misma 8 o 10 veces más. Rentabilidad más que asegurada y justa si consideramos los parámetros actuales.
Veamos un ejemplo: La hoy Southern Copper Corporation inició sus operaciones en el Perú allá por 1960, tras invertir US$ 200 millones de dólares, cantidad que le permitió comenzar a explotar Toquepala, tras hacer el desbroce, comprar maquinaria, edificar campamentos, puerto, fundición, etc. (Los 200 millones de aquel entonces equivalen a US$ 1,750 millones actuales. El precio de la libra de cobre en la bolsa de Londres era de US% 30,75 ctv., en tanto que el 2019 fue de US$ 2.72 dólares. La onza de oro valía U$ 35.27, siendo hoy de US$ 1,281.65. Es decir que el dólar respecto al oro, se ha devaluado 35 veces más y por consiguiente también el cobre).
¿Y cuánto ha ganado la Southern desde que inició sus operaciones a la fecha? De acuerdo a las cifras que contamos desde el 2002 y a dólares actuales, es una cantidad cercana a los 13 mil millones de dólares, cifra que aumenta si consideramos dólares constantes y que, dicho sea de paso, la mayor parte de ella es destinada a incrementar las arcas de la familia propietaria del Grupo México, cuya cabeza: Germán Larrea Mota Velasco es el tercer hombre más rico de México y el número 79 del mundo, según un último ranking de la revista Forbes, con una fortuna superior a los 15 mil 300 millones de dólares.