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Sociedad

Coronavirus: en la calle no hay Suspensión Perfecta [CRÓNICA]

Comerciantes informales luchan cada día por llevar el pan a sus casas, para ellos, no hay beneficios, ni leyes. Ellos viven del día a día.

Ambulantes se han reinventado para tener trabajo en estos días.
Ambulantes se han reinventado para tener trabajo en estos días.

“La calle es dura” reza un viejo adagio popular y esa característica alcanza niveles impensados en tiempos de crisis como la que afrontamos ahora con el coronavirus. Muchas personas no se encuentran en la estadística del Estado para los bonos y no les queda otra opción que apelar a su ingenio, arriesgando sus vidas, para ganar dinero.

Este es el caso de los comerciantes informales de a pie. Aquellos que antes de la llegada del coronavirus se paseaban por las calles de Chiclayo vendiendo cortauñas, matamoscas, pilas y otros productos de comercialización rápida. Para ellos, no hay cuarentena, ni suspensión de labores, solo han cambiado de mercadería, pero siguen vendiendo en las calles.

Desde que amanece, se les puede ver por la Av. Balta Sur, cerca a los bancos, anunciando a viva voz mascarillas, guantes y hasta juegos de mesa “lleve su ludo para que no se aburra en casa”.

Pasan las horas, algunos soles echan en sus canguros, pero atentos a todo son ellos los que también intentan poner orden para que la gente que forma cola en los exteriores de los supermercados o bancos mantengan el metro de distancia.

“Hagan caso para que no estén enfermos. Usen sus guantes, tengo de sol y dos soles” pregonan.

Eso sí, todo el día no pueden estar en la calle. Cuando el reloj marca las 3:50 p.m. corren a sus casas, pues a las 4 p.m. comienza el “toque de queda” y “hay que guardarse”.

Las caminatas de regreso son aprovechadas para seguir vendiendo hasta que sus familias los reciben y el día termina.