George Forsyth: Un alcalde bajo los reflectores
Perfil y balance. Sus constantes apariciones públicas son un pilar en su estrategia política, que incluye acciones efectistas relacionadas al orden y a la seguridad. Recibió amenazas de muerte y fue denunciado por violencia psicológica, pero se mantuvo frente a las cámaras. Críticos y aliados lo describen como poco dialogante. Ordenó Gamarra, su logro principal, pero La Victoria todavía espera cambios profundos.
El 21 de enero de este año, reunido con el concejo de regidores, George Forsyth recibió un comentario sobre un reportaje que abordaba la complicada situación de La Victoria. La respuesta del recién nombrado alcalde dejó entrever algunos ejes de su mediática gestión.
“Es muy importante difundir lo que viene sucediendo en el distrito para generar conciencia pública, no solo de los victorianos, sino del Gobierno que tiene gran responsabilidad (en) Gamarra con las mafias y los cupos”, dijo. Y remarcó: “Ahora tenemos cartas abiertas (para) ir a diferentes medios”.
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Desde esa declaración, sus apariciones públicas han sido bastante frecuentes. También han sido constantes las referencias y acciones vinculadas a recuperar el orden, la formalidad y la seguridad ciudadana, un combo estratégico que se rastrea hasta los orígenes de su vida política.
“Se puede hacer más recorriendo las calles que detrás de un escritorio. Definitivamente habrá un operativo en Gamarra”, declaraba ante la prensa en setiembre del 2014, al ser nombrado alcalde interino. Y cumplió en marzo de este año, cuando cerró el emporio por tres días en un enorme operativo contra los ambulantes.
Esa intención de romper con la imagen de autoridad de oficina reluce, además, en su forma usual de vestir, que no es azarosa: zapatillas, jeans, un polo con el número uno en la espalda y un gorro contra el sol, aunque sea de noche.
Con todo, Forsyth ha colocado a La Victoria en la agenda pública y se ha mantenido en lo alto de los sondeos de simpatías políticas, opacando incluso a otras autoridades y figuras con aspiraciones presidenciales. Lejos de los reflectores, no obstante, existen voces que, sin desmerecer sus acciones ni su estilo de gestión, han empezado a reclamar atención para otros problemas de fondo.
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Perspectivas
La intervención en Gamarra, donde Forsyth tuvo un negocio textil, funciona como síntesis de su actuación municipal, no solo por lo que se hizo, sino también por el trabajo pendiente.
“En la foto sale muy bonita Gamarra. Está limpia de ambulantes, pero también limpia de clientes”, resume el empresario Guillermo de Vivanco, uno de los más antiguos del emporio. “Se han afectado notablemente las ventas. Hace falta lograr un equilibrio y para eso hay que escuchar un poquito más a los empresarios”, sugiere.
En ello coincide Diógenes Alva, otro conocido dirigente. “La intervención tuvo hartas cámaras, mucha película. Gamarra está segura y ordenada, pero han caído las ventas. Forsyth es un poco distante. No es un alcalde que dialoga”, reclama.
Parecida es la impresión de Susana Saldaña, presidenta de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra. “Las cifras están complicadas. Al inicio de su gestión la relación (con los empresarios) era de absoluta colaboración. En este momento es más de coordinación para temas puntuales”, explica.
En respuesta, desde el municipio se dice que el operativo fue ejecutado a pedido de los empresarios, quienes denunciaban que sus negocios estaban amenazados. Y para atraer al público, se anuncia un proyecto para crear un gran bulevar en plena zona comercial.
A pesar de ese descargo, incluso figuras afines a la gestión acusan una falta de cercanía con la gente. “Quizá le hace falta mayor contacto con los vecinos y con los empresarios, mayor diálogo. A veces para llegar a las gerencias veo que les ponen trabas y no hay cuando los atiendan”, dice Luis Gutiérrez Salvatierra, teniente alcalde y regidor oficialista de Somos Perú.
La opinión es la misma desde los gremios de ambulantes, quienes piden mejor orientación en el camino hacia la formalidad: “Personalmente he ido a esperarlo a la hora que llega a la municipalidad, pero no da la cara. En campaña sí, pero hoy no es una relación armoniosa”, asegura Teobaldo Ferro, de la Central Única de Autoempleados de la Avenida Aviación.
El candidato
Esa transformación entre el Forsyth candidato y el alcalde también ha sido descrita por su expareja Vanessa Terkes, cuando lo denunció por violencia psicológica. “Ya no era la persona de la campaña, coherente con las cosas que había dicho y las que hacía. Ya solo va a tomarse la foto. Cambió con la gente y conmigo”, detalló la actriz.
Pocas semanas después de hacerse pública la denuncia, con el tema todavía fresco, Forsyth asistió a la presentación de un “botón de pánico” para mujeres víctimas de violencia. Esa respuesta parece revelar también un patrón, pues no era la primera vez que decidía mantenerse en público cuando las circunstancias, para muchos, reclamaban discreción.
Recién iniciado su mandato, conocidas ya las amenazas de muerte que había recibido, el alcalde anunció que mudaría su despacho a las faldas del Cerro San Cosme, donde operaban algunos de sus perseguidores: un gesto celebrado, pero vacío.
Hoy esa mudanza ha sido descartada. Forsyth mantiene su oficina en el local de la plaza Manco Cápac, donde ha instalado un central para monitorear personalmente las cámaras de la municipalidad. “Ahora podemos controlar todo el distrito”, dijo, en plural, mientras declaraba solo desde su sillón.
El reto en adelante, coinciden los entrevistados, es mejorar los deficientes servicios municipales (ver recuadro) sin distraerse por las tentaciones de la “gran política”. Es sabido que desde muy temprano en el año ya se le incluía en la lista de potenciales “presidenciables".
“Ha sido valiente porque ha ‘pechado’ a las mafias y a la corrupción, pero fuera de la parte mediática le falta la perspectiva estructural. Esa es la agenda pendiente que trasciende un municipio y que le daría altura de un verdadero estadista”, señala De Vivanco.
“Todos saben que está trabajando presidencialmente. Le da la tos y sale en el periódico”, bromea Ferro. Concluye el regidor Gutiérrez. “Es el político más mediático. Le aseguro que va a ser el próximo presidente del país. Nunca me ha comentado, pero el que tiene ojos puede ver su trabajo, su actitud”.
La Victoria es un distrito “quebrado”
A inicios de año, la Municipalidad de La Victoria tenía una deuda de S/ 680 millones con Sunat y las AFP. La comuna dice estar trabajando en “sincerar” las acreencias.
Yanina Abanto, gerente de la comuna, reconoce que la precaria situación financiera limita la posibilidad de mejorar los servicios municipales. Aun así, anuncia que el próximo año la gestión pondrá el énfasis en la seguridad ciudadana, la recuperación de espacios públicos y el ordenamiento distrital.
En el cerro San Cosme se instalarán servicios de Inabif, salud mental (Minsa) y una base de operaciones de la PNP.
Enfoque
Katherine Zegarra
Politóloga
Un discurso efectista
George Forsyth es un joven político, carismático y popular. Según Infogob, no está afiliado a ningún partido. Parte de su capital político proviene de haber sido arquero de un equipo de fútbol: es parte de ese gran grupo de políticos no profesionales que ingresan al terreno por tener otros atractivos.
Forsyth tiene un discurso efectista contra la informalidad e inseguridad. Al “ordenar” Gamarra, el alcalde genera una sensación de representación entre las y los limeños. Se ve como una figura que resuelve rápidamente los problemas, cuestión muy valorada por nuestra cultura política. Sin embargo, sus acciones tienen poca sostenibilidad, pues no existe una agenda programática partidaria. Así, existe la posibilidad de que en un próximo periodo sus políticas queden truncas.
Por otro lado, aún se encuentra involucrado en un caso de violencia contra la mujer, tema que genera mucha condescendencia en nuestra sociedad y que se asume como asunto privado. El impacto es más sutil con políticos exitosos como Forsyth.