Los once restos óseos de las víctimas que perecieron en la ejecución extrajudicial en Putis provincia de Huanta, fueron entregados a sus familiares tras más de 30 años de espera.,Los restos óseos de once personas que fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales en la comunidad de Putis en Huanta, fueron entregados por el Ministerio Público a sus familiares, tras 30 años de haberse perpetuado el crimen que acabó con la vida de más de cien personas, entre niños, hombres y mujeres, quienes fueron vinculados a Sendero Luminoso. Entre los restos entregados se encuentra la de dos menores de edad de dos y cinco respectivamente, de los 19 menores que fallecieron en este hecho. Frente a ello, el abogado de la Asociación Paz y Esperanza, Henry Mercado Salazar, mencionó para el diario Jornada de Ayacucho que el caso Putis-Ccenhuahuaycco representa uno de los hechos de muerte de los tantos que ocurrieron en esta comunidad durante el Conflicto Armado Interno. PUEDES VER: Ayacucho: dictan 36 meses de prisión preventiva para banda criminal liderada por mexicano Asimismo, precisó que existen más de 400 personas muertas y/o desaparecidas, de las cuales producto del trabajo en conjunto de Paz y Esperanza y los familiares, desde el 2008, se ha logrado documentar y denunciar ante el Ministerio Público la desaparición y/o muerte de 365. Informe de la CVR (Caso Putis) En 1984 una base militar se instaló en la Comunidad Campesina de Putis y la capital del distrito de Ayahuanco, las cuales comenzaron a operar a partir de noviembre de 1984. Al llegar, los militares convocaron a la población dispersa en las partes más altas, para que se mudaran a la comunidad de Putis. En esa época muchos de los campesinos habían abandonado sus viviendas por orden de los senderistas y vivían en los “cerros”por temor. Pero los militares les ofrecían retornar a las partes bajas ofreciéndoles protección contra la subversión, aunque en realidad para los militares,los campesinos eran sospechosos de terrorismo. Sin embargo, los comuneros aceptaron la propuesta y se mudaron a Putis, llevando todas sus pertenencias. Los militares los reunieron en el local donde funcionaba el colegio, juntándolos con otros pobladores a quienes los soldados habían sacado de sus viviendas. Les aseguraron que a partir de ese momento les darían protección y colaborarían con ellos en diversas obras para mejorar la calidad de vida de la población. Con ese pretexto los militares ordenaron a los varones, apuntándolos con sus armas, que caven una gran poza; a algunos les dijeron que era para construir una piscigranja en la que criarían truchas, mientras a otros, les aseguraron que allí construirían casas. Sin embargo, cuando estuvo lista, los militares reunieron al centenar de pobladores alrededor de la poza, entre los que habían hombres, mujeres y niños, y sin mayor explicación les dispararon a matar. Los asesinaron porque tenían sospecha de que estaban vinculados a la subversión; además, para lucrar con el producto de la venta del numeroso ganado de propiedad de los campesinos que, luego de los hechos, comercializaron en Marccaraccay. Los militares cubrieron los cadáveres que se encontraban en la fosa con tierra y piedras. Otra parte de las víctimas habría sido sepultada al interior de un aula en la escuela.