En alto celendín. La República llegó hasta localidad de Pangoa, donde la Policía rescató a la joven española Patricia Aguilar y las peruanas Maryori García y Paola Vega. Ahí vivían con sus hijos, comiendo solo plátanos.,Por Nuria Oré Enviada a Alto Celendín, en Pangoa. La vida que la española Patricia Aguilar Poveda llevaba en Alto Celendín, distrito de Pangoa, en Junín, con Félix Manrique Gómez, otras dos mujeres y sus niños, era un infierno. Al llegar al Perú, Patricia se convirtió en la tercera pareja de Manrique, quien se hacía llamar ‘Príncipe Gurdjieff’. Paola Juana Vega Passano, de 42 años, es la primera compañera de Manrique y Maryori Brigette García Valverde, de 29 años, la segunda. PUEDES VER Padre de joven española rescatada de secta: “Temo que Patricia nos vea como un demonio” En Pangoa no daban información de su lugar de origen. A veces decían que eran de Pichanaki, otras de Cajamarca. “Tenían pensado alquilar una choza, pero se decidieron por el cuarto de mi hermano, que les alquiló a 50 soles”, relata Raúl Malpartida, dueño del terreno en Alto Celendín donde Patricia fue hallada. Manrique presentó a Patricia como su hermana, a Paola como su prima y a Maryori como su esposa; a tres de los niños como hijos y a otra de las menores como su sobrina. Malpartida y su esposa Teófila Soto viven frente a la habitación que alquiló Manrique. Al segundo día de haberse instalado, Paola, Maryori y Félix bajaron a Pangoa en busca de trabajo y dejaron a Patricia al cuidado de los niños. Unos días después, la esposa del dueño del terreno escuchó gritos de Patricia y los niños que pedían ayuda: la joven estaba en trabajo de parto y fue atendida por la vecina Gregoria Palomino, quien recuerda que “la bebé nació muy pequeña y delgada”. Poco después las mujeres volvieron a Pangoa a trabajar, una en un restaurante y la otra en una brostería. Félix se quedó con Patricia y los niños. Los vecinos cuentan que el falso gurú partía todas las noches a recoger a sus otras dos parejas, Paola y Maryori, con quienes pasaba la noche en una habitación alquilada en el centro poblado San Ramón de Pangoa. Ya de madrugada volvía a Alto Celendín, donde dormía varias horas del día. “No podía pagar el alojamiento, por eso Félix aceptó trabajar en mis sembríos y así pagar el alquiler de los cuartos”, cuenta Raúl Malpartida. Dos semanas después, Patricia y los niños se unieron a Félix en la chacra. Fue allí donde la Policía encontró a Patricia el pasado miércoles 4 de julio, con una bebé en brazos. En el lugar todavía está la choza y las dos camas de madera donde dormían los niños, Patricia y Félix Manrique. En el interior la Policía encontró collares con crucifijos y otras imágenes. También un libro titulado ‘Secretos del alma’, naipes, figuras e imágenes budistas, así como un libro que explicaba detalladamente diversas prácticas sexuales. La pasaban mal Paola Vega trabajaba como ayudante de cocina en un restaurant de la calle Ucayali, en Pangoa. “Ella llegó muy delgada, no podía ni ponerse de pie”, relata la señora Angélica Lázaro, dueña del negocio. “Al principio me ayudó lavando los platos, luego pelaba papas y hacía la limpieza”. El viernes 6 de julio Paola habría cumplido un mes en este trabajo. Sus compañeras cuentan que la mujer rezaba tres veces al día. Al final de la jornada, llevaba la comida que sobraba. El martes 3 de julio pidió un adelanto de 50 soles. “El miércoles no llegó a trabajar y el jueves la vimos en las noticias”, recuerda. Mayori García Otra víctima. Maryori Brigette García Valverde es madre de dos niñas y un niño; y tiene ocho meses de gestación. Trabajaba en la brostería Yosseline, en el centro poblado San Ramón de Pangoa. Pagaba un cuarto a donde llegaba cada noche con comida para Félix Manrique. A veces iban a Alto Celendín, a ver a sus hijos y a sumarse a las labores en la chacra. No alimentaba a los niños Félix Manrique maltrataba a Patricia y a los niños que ella cuidaba. “Solo les daba plátano sancochado. Estaban muy delgados y llenos de piojos; hasta la piel la tenían con heridas”, recuerda Teófila Soto. Tampoco les permitía interactuar con otros niños. Los menores fueron a estudiar tres veces como alumnos libres a la escuela de Alto Celendín, pero su padre los retiró porque deseaba evitar que se alejen del cuarto donde vivían. Esta semana el Ministerio Público definirá los delitos cometidos por Félix Manrique y presentará una denuncia formal.