Política

Testigo clave F.N.P: “Desde el día uno, mi papá pagó por mí US$350 al mes al Sodalicio”

En persona. El testigo clave F.N.P. afirmó que durante el tiempo que estuvo en la organización religiosa le enseñaron a odiar a su familia y a tratar al fundador, Luis Figari Rodrigo, como si fuera un “dios”, por el que incluso debía estar dispuesto a dar la vida. También describió los maltratos de los que fue víctima desde adolescente.

El dato. En el centro, el arzobispo de Piura, José Eguren, para quien trabajó el testigo F.N.P., junto al fundador del Sodalicio, Luis Figari Rodrigo. Foto: difusión
El dato. En el centro, el arzobispo de Piura, José Eguren, para quien trabajó el testigo F.N.P., junto al fundador del Sodalicio, Luis Figari Rodrigo. Foto: difusión

Para el testigo clave F.N.P., lo que comenzó como una sensación sublime de servir a Dios como miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, empezó a desmoronarse paulatinamente cuando comprobó en los hechos la codicia de los integrantes de la cúpula de la organización religiosa. Desde el fundador, Luis Figari Rodrigo, seguido por los responsables de las finanzas, Javier Baertl Gómez y Juan Carlos Len Álvarez, principalmente.

En los 16 años en los que fue un fervoroso miembro del Sodalicio, desde la adolescencia hasta la adultez, a F.N.P. le enseñaron a odiar a su familia y amar a Luis Figari como un “dios”. Todo giraba alrededor de Figari. Todo sacrificio, entrega y renuncia, era en beneficio de Figari. Los instruían incluso a eventualmente dar la vida por Luis Figari Rodrigo, uno de los investigados por denuncias de violaciones y abusos en agravio de los jóvenes sodálites. Así lo explicó el testigo F.N.P. a la Fiscalía Especializada en Crimen Organizado:

“Yo mismo tengo la triste experiencia de cuando ingresé (al Sodalicio), siendo parte de una familia muy estable, con padres ejemplares, de haber sentido rechazo y odio hacia mis padres, por ese enfermo fervor que se vivía en el Sodalicio. (…) O sea, Figari se convertía en una especie de Dios, más que el mismo Jesucristo. Yo lo digo, hoy por hoy, con vergüenza. Yo en esa etapa de mi vida hubiera estado dispuesto —y no son palabras menores— a dar la vida por Figari. ‘(El Sodalicio) era tu familia’, te repetían. Cuando tú decías: ‘Mi familia va a venir a visitarme’, o ‘me llamó mi familia’, te decían: ‘no, ellos no son tu familia, tu familia somos nosotros’. Eso era algo que se repetía constantemente y era muy sistemático”.

 Declasodálites. El testigo dijo a la Fiscalía de Crimen Organizado que presenció maltratos psicológicos y abusos corporales. Foto: difusión

Declasodálites. El testigo dijo a la Fiscalía de Crimen Organizado que presenció maltratos psicológicos y abusos corporales. Foto: difusión

El financiamiento secreto

Pero, al mismo tiempo que alentaba la ruptura con las familias, el Sodalicio le exigía un pago mensual a sus integrantes. Por primera vez, un exsodálite, en este caso F.N.P., describió a las autoridades cómo funciona el mecanismo de financiamiento del Sodalicio de Vida Cristiana. A las familias se les impone un pago mensual sobre el que nunca se rinde cuenta. F.N.P. lo detalló así:

“A mí, la comunidad no me ha pagado ni el papel higiénico, porque mi papá, aparte de dar una cuota, yo aportaba con mi trabajo. Lucraban con muchísimas cosas bajo el criterio de la religiosidad y esta confianza ciega. Desde que yo ingresé a ese lugar, me dijeron que tengo que cumplir con una cuota económica, que todos los que ingresábamos a la comunidad (del Sodalicio) tenemos que pagar nuestro sustento y que estaba valorizado en 350 dólares por persona. Mi papá pagó desde el día uno que ingresé hasta el día que salí. (…) El aporte, en mi caso, desde el inicio fue zanjado desde 350 dólares por 13 años que viví en la comunidad (del Sodalicio). Y por 12 meses de cada año, son 54.600 dólares. Mi hermano vivió 9 años en la comunidad bajo el mismo esquema. Estamos hablando del aporte obligatorio de 37.800 dólares. 54.600 más 37.800 dólares fue lo que mi papá aportó en nuestra vida sodálite como algo establecido. De ahí, todo el tiempo que yo trabajé, aporté mi sueldo a la comunidad, que pudo haber sido un estimado de 1.000 y 1.200 soles mensuales, que aportaba íntegramente a la comunidad. De ahí, todos los gastos que tuviera, anuales, como ropa, viajes, desodorante, mi papá me daba algo adicional, que eran unos 800 o 1.000 soles mensuales para que pudiera pagarme hasta mi celular. Si vamos sumando los aportes que hicimos están por encima de los 500.000 dólares, porque a mi papá se le pedían donaciones extras. Mi papá nos compró una camioneta para el Sodalicio cuando vivíamos acá, a 15.000 dólares. Yo recibí una herencia de mi mamá cuando falleció, de 20.000 dólares, que también entregué a la comunidad. En realidad vivíamos para darle todo a la comunidad. Toda una familia aportando al Sodalicio sin recibir nada a cambio, tanto así que tengo una frustración muy grande por todas las injusticias que se han cometido y se siguen cometiendo”.

Los jerarcas del Sodalicio instrumentalizaban la fe para financiar sus actividades. Cuando fue secretario del arzobispo de Piura, José Eguren Anselmi, F.N.P. fue testigo de cómo obligaban a los sodálites a pedir dinero, pese a que la organización religiosa contaba con abudantes recursos. Pero estos no eran destinados a los más necesitados, sino para beneficio de la cúpula sodálite, integrada, entre otros, por el sacerdote Jaime Baertl Gómez. En su declaración ante la Fiscalía Especializada en Crimen Organizado, el exsodálite F.N.P. lo relató de esta manera:

“Tuvimos una reunión con el padre Jaime Baertl, acá en la comunidad de Piura. Nosotros bien preocupados porque no nos alcanzaba, (sin embargo), el Sodalicio llegó a Piura y compró una de las casas de los ricos de Piura, de 1.000 metros cuadrados construidos, una casa enorme. (Pero nosotros) teníamos muchos gastos que solventar y vivíamos angustiados por el dinero. En esa reunión le dijimos (a Jaime Baertl) que cómo podíamos hacer, porque todos sabíamos de manera implícita que él manejaba el tema económico y podía conseguir cosas. En esa etapa él nos alienta a que comencemos a pedirle un poco a la gente de Piura, bajo el criterio de que hemos llegado a Piura a trabajar por el bien de la ciudad y por el bien de la gente, la gente tiene que retribuirlo de cierta manera, nos dijo”.

 Encuentro. Comuneros despojados por el Sodalicio se reunieron con la misión de El Vaticano. Foto: difusión

Encuentro. Comuneros despojados por el Sodalicio se reunieron con la misión de El Vaticano. Foto: difusión

Noches de tormento

El relato del testigo clave F.N.P. no pudo estar exento de los episodios de maltratos de los que fue testigo desde que era un joven aspirante a integrar el Sodalicio de Vida Cristiana. Lo que ha narrado F.N.P. confirma las denuncias de exsodálites que fueron víctimas de agresiones que, en varios casos, hicieron peligrar sus vidas. Ante la presencia de los abogados de los denunciados —entre otros, Luis Figari Rodrigo, Jeffery Daniels Valderrama, Ricardo Trenemann Young Samanez y Óscar Tokomura Tokomura—, manifestó lo siguiente:

“A mí me ha tocado ver de cerca en el Sodalicio maltratos con los que no he estado de acuerdo, abusos psicológicos muy serios, graves. He sufrido también algunos de ellos, bajo el criterio que el superior es la voz de Dios. He nadado en el mar con ropa cargando piedras a la isla, 150 metros. (…) He sido testigo de insultos del señor Tokumura, de cómo insultaba a la gente, diciéndoles ‘animal de mierda’, ‘bestia de mierda’, ‘no sirves para nada’. He sido testigo de patadas, porque nos ponían parados para que nos patearan el estómago y era prueba si hacíamos ejercicio o no. He corrido hasta vomitar, me he pasado tres días sin comer, tomando solo agua. (…) Mi hermano casi pierde la vida en su etapa de formación por una orden del superior de la comunidad de San Bartolo. A nosotros nos obligaban a nadar en el mar y mi hermano era temeroso del mar. Un día que hubo una crecida de mar lo mandan forzado a nadar, él sale diciendo que no puede continuar y lo obligan a nadar. Cuando regresa a nadar se mete con otro muchacho, que lo mandan a acompañar, y se comienza a ahogar. El otro muchacho sale porque no podía ayudarlo y le pregunta al superior qué hacer. Le dijo: ‘Mira, prefiero que se pierda uno a que se pierdan varios’. Entonces nadie se metió a ayudarlo. A mi hermano lo termina ayudando un tablista de la playa, que lo había visto. Estaba ya prácticamente inconsciente y en la playa le hicieron un poco de reanimación”.

Por todo eso, F.N.P., al final, renunció al Sodalicio. No le fue fácil. Su testimonio es fundamental en la investigación del caso. Lo contó todo:

“Yo en toda esta etapa juvenil pasé muchas noches oscuras, con mucho sufrimiento por no poder decir esto, porque había un peso muy grande en creer que le iba a fallar a Dios. Te decían que si tú no cumplías, ibas a ser infeliz el resto de tu vida, ibas a, incluso, frustrar el plan de Dios para la humanidad. Así, a este nivel, suena muy loco, pero en realidad así lo vivimos.

Enviados del Papa con los comuneros

Los enviados especiales del Papa Francisco, el arzobispo Charles Scicluna y el sacerdote español Jordi Bertomeu, recibieron de manos de campesinos de Catacaos, Piura, documentos sobre los atropellos del Sodalicio en su agravio.

Según la secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, Jennie Dador, quien estuvo con los campesinos, estos acreditaron que fueron “víctimas de suma de abusos en nombre de la Iglesia Católica”, por parte del Sodalicio.

“El día de la reunión yo noté la vergüenza de los investigadores (de El Vaticano) cuando los comuneros les contaban sobre lo que esta institución religiosa (Sodalicio) les había hecho, como procesarlos (judicialmente). Hay todo un aparato desde el poder de esta congregación para amedrentar”, dijo Dador.

Claves

Aviso. La República contactó con los abogados de los investigados del Sodalicio, pero no hubo respuesta.

Proceso. Recientemente, la Fiscalía Especializada en Lavado de Activos inició investigación contra miembros prominentes de la organización religiosa.

El poder económico

Arriba, el sodálite consagrado a perpetuida, Juan Carlos Len Álvarez, y abajo, el sacerdote Javier Baertl Gómez.

larepublica.pe
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