Esterilizaciones forzadas: extradición de Fujimori hace renacer la esperanza de justicia en las víctimas
Señalan que les reconforta conocer la decisión del Poder Judicial de Chile y saber que el expresidente Alberto Fujimori será procesado en el Perú por este delito, como responsable de la política de control de natalidad que se aplicó en su gobierno.
En Chumbivilcas, región Cusco, Inés Condori Anaya se emociona al conocer que el Poder Judicial de Chile ha acogido la solicitud de ampliar la extradición de Alberto Fujimori por cinco casos, entre ellos el caso de esterilizaciones forzadas.
“Es una gran decisión del Poder Judicial de Chile haber hecho el mandato de extraditar a Alberto Fujimori. Ojalá que haya justicia para todas las mujeres de Chumbivilcas y de todo el país, que hemos sido esterilizadas con engaños. Hace tantos años estamos pidiendo la justicia”, manifiesta, desde su tierra, Inés Condori, quien recuerda que tenía 30 años y 4 hijos cuando la esterilizaron en 1995 sin explicarle lo que significaba esa intervención quirúrgica.
Alfonso Ramos, hermano de la fallecida Celia Ramos Durand, señala que la extradición de Fujimori lo reconforta porque significa la posibilidad de que se conozca lo que les pasó a miles de mujeres en el país y los responsables sean sancionados.
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“Han pasado tantos años desde que sucedieron estos hechos y nunca habían tocado directamente al que es prácticamente el principal responsable de que mi hermana haya fallecido. Mi hermana era una persona muy sana, en ese entonces fue seducida para que se someta a la esterilización que le practicaron en una zona donde no había los elementos necesarios como para preservar la vida de un ser humano. Ahora, la ampliación de la extradición me llena de tranquilidad”, afirma.
Alfonso Ramos agrega que sus sobrinas, hijas de su hermana Celia, también han experimentado esta sensación de calma al saber que se va a juzgar de manera directa a Alberto Fujimori.
“Ya es hora de encontrar justicia, después de más de 25 años en que esterilizaron a mi hermana, en 1997, en un centro de salud del caserío La Legua, en Catacaos, Piura. Tenía 33 años. Me siento reconfortado”, señala.
En Lima, María Elena Carbajal Cepeda, presidenta de la Asociación de Víctimas de Esterilizaciones Forzadas de Lima y Callao, también refiere que la extradición de Fujimori es un aliento para las mujeres afectadas por esterilización forzada.
“Siempre hemos dicho que justicia que tarda no es justicia, pero abrigamos la esperanza de que la justicia se tiene que dar, como ha ocurrido hace poco con las mujeres de Manta que fueron violentadas sexualmente por militares. Soy uno de los casos del 18 de setiembre de 1996 en el hospital María Auxiliadora, donde fui víctima de esterilización forzada condicionándome la entrega de mi hijo que acababa de nacer”, declara María Elena Carbajal.
Cuenta que cuando su esposo fue a verla al hospital le contó lo que le habían hecho y él, en vez de reaccionar y exigir dónde estaba su hijo, se molestó con ella pensando que había autorizado la esterilización porque quería tener otra pareja. La abandonó.
También menciona que la mayoría de las víctimas pensaba que lo que les había sucedido era una circunstancia de la vida y así se fueron a sus casas, ninguna sabía que era un delito. Así pensó ella hasta el año 2017 en que se inscribió en el Registro de Víctimas de Esterilizaciones Forzadas (Reviesfo) y, en ese contexto, recién se enteró que lo que le ocurrió no había sido un hecho del destino, sino que había sido una política del gobierno de Alberto Fujimori para controlar la natalidad.
“Yo tenía 26 años cuando me esterilizaron, pero hay compañeras de 18, 20 años que son los primeros casos que estuvieron en proceso de investigación. Intervinieron hasta mujeres discapacitadas. Acá no han tenido piedad de nadie. En Lima cogieron a mujeres de asentamientos humanos, del sector D, E. Nadie ha ido por voluntad propia, todos, hombres y mujeres, fueron engañados, amenazados u obligados”, sostiene María Elena Carbajal.
La presidenta de Asociación de Víctimas de Esterilizaciones Forzadas de Lima y Callao reitera que unas terminaron enfermas y murieron. Otras, fueron abandonadas por sus esposos y hasta por sus familiares. La comunidad misma, en la zona andina, las llamó “las capadas” o “las machorras”. Anota que hoy siguen siendo estigmatizadas y re victimizadas en los centros de salud. De ahí que afirma, "esta extradición significa mucho para nosotras".