En 1992, un centenar de miembros de Sendero Luminoso asesinaron con fusiles, cuchillos, hachas y piedras a pobladores de la comunidad ayacuchana. En medio del fuego cruzado, los sobrevivientes sepultaron los restos apresuradamente ante el temor a nuevos ataques. Gracias al trabajo de los forenses, los cuerpos fueron depositados en ataudes y nichos. Un entierro digno que sus familias deseaban., La noche del 10 de octubre de 1992, trescientos campesinos de la comunidad de Huayao, en la región Ayacucho descansaban en sus hogares de adobe, mientras que a sus alrededores un centenar de integrantes de Sendero Luminoso —con armas de fuegos, hachas y cuchillos— iban cercándolos. PUEDES VER: Sacerdotes asesinados por Sendero Luminoso fueron beatificados Se iniciaría así, una de las mayores masacres a la población civil por parte de elementos terroristas durante la violencia interna que se desató en el país. El resultado: 47 personas perdieron la vida, entre mujeres, niños, ancianos y hasta un nonato tras dos horas de ataques, viviendas destruidas y el ganado en manos de los senderistas ¿El pecado de los pobladores de Huayao? Formar rondas campesinas para hacer frente a la amenaza de Sendero Luminoso en Ayacucho. A la mañana siguiente, los sobrevivientes, atemorizados por una nueva arremetida de los senderistas, sepultaron a sus muertos de manera improvisada en el camposanto local. No hubo velorio ni funeral ni se confirmó si se realizó la necropsia respectiva. Solo la Policía emitió certificados de defunción. Un destacamento proveniente de la Base Militar de Chichari, en el valle del río Apurímac se estableció en la comunidad por tres meses. Los pobladores de Huayao, entonces, se vieron forzados a voltear la página. Entierro digno Veintitrés años después, se logró exhumarlos, y darles un entierro digno. La investigación se inició en el 2004. La Fiscalía había archivado el caso porque ya se tenía la causa de muerte. Sin embargo carecían de criterio técnico. Se necesitaba reabrir el caso para iniciar, así, la judicialización contra Sendero Luminoso. Uno de los forenses del Ministerio Público (que prefiere mantener su identidad en reserva) recuerda que no fue facil convencer a los deudos para exhumar los cuerpos. Los sobrevivientes a la masacre creían haber superado la tragedia, pero comprendieron que era indispensable su consentimiento para este proceso. El proceso de reconocimiento de los cuerpos fue rápido, gracias a que —a diferencia de otros casos en fosas comunes— los cuerpos se hallaban en nichos que facilitaban su identificación. No fue necesario realizar pruebas de ADN, pues para el equipo de forenses del Ministerio Público les bastó cotejar las características previas a la muerte, gracias a testimonios de parientes, con la de los restos óseos, tales como vestimenta, calzado, etc. Al final, se identificaron 34 cuerpos, los cuales se les dio un entierro digno. Esta es la primera entrega descentralizada de este tipo: se llevaron los restos mortales a la misma comunidad donde se encontraban los deudos para así evitarles gastos de traslado y situaciones de estrés: como sería el hecho de viajar a Huamanga (a 60 kilómetros de Huayao). Los municipios implicados donaron los nichos y los ataúdes. Aún quedan 13 cadáveres por entregar a sus parientes y se debe a que los sobrevivientes de la masacre se mudaron a la selva o a la capital, pero al enterarse de la rapidez del procedimiento, ya mostraron su interés en colaborar. Una noche fatal ¿Qué ocurrió exactamente la noche fatal del 10 de octubre de hace 23 años? Los testimonios son dolorosos pero necesarios de recordar para no dejar permitir que hechos similares se repitan en nuestra historia. La mayor parte de testimonios indican que la incursión terrorista se inició a las 10 pm. Los agresores llegaron por la parte alta, ingresaron por cuatro puntos del poblado y dispararon con fusiles y escopetas a quienes se cruzaran en su camino. Un relato de un sobreviviente (se reserva la identidad) detalla que los senderistas irrumpieron en su hogar. La esposa del testigo recibió un disparo en el rostro y su madre fue abaleada a la altura del estómago. Los pobladores que se despertaron por los gritos de terror aseguraron sus puertas, pero estas medidas no fueron impedimento para la insania senderista. Un relato de una mujer de 37 años recuerda que los agresores lanzaron bombas caseras dentro de su hogar, hiriendo de muerte a sus padres. Otros campesinos se refugiaron en las casas de sus vecinos, las cuales terminaron dinamitadas. Otro testimonio cuenta que una mujer huyó despavorida y dejó a su hijo dormido. Los terroristas procedieron a incendiar la choza con el niño adentro. Los campesinos que lograron esquivar el fuego, intentaron hallar refugio en las afueras de Huayao, pero se dieron de cara con los senderistas quienes los acribillaron. Las pruebas forenses revelan que las víctimas fueron asesinadas por hachazos en la cabeza y puñaladas en el estómago. En otros casos más brutales, los senderistas les destrozaron el tórax con enormes piedras. Después de 23 años, estas almas atormentadas al fin encuentran paz al reponerseles su dignidad. Claves Víctimas. El equipo forense identificó a 2 infantes, 7 niños, 5 adolescentes, un adulto joven, 10 adultos de edad mediana, 8 adultos mayores y un feto de 5 meses. Labor. Hay en Ayacucho una Red de Acompañamiento psicosocial que apoyó a las familias y la comunidad, con personal del Minsa y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), entre otros.