Para ampliar su base social, el fujimorismo ha formado una red de cooperadores que lo representa y lo difunde. Incluye a pastores y sacerdotes homofóbicos, fanáticos fascistas en caída libre, delincuentes prontuariados con disfraces de líder laboral, organismos sindicales espurios que ocultan bandas de extorsionistas, empresarios de fortuna real-maravillosa, nazistoides del sol negro, seudorreservistas de polo camuflado, transportistas de carretera mortal, mineros ilegales, trolls de nombre falso y procacidad verdadera, investigados por lavado de dinero, prófugos de la Interpol, donantes anónimos dentro y fuera del país, institutos-carrusel que mueven dinero invisible, lingüistas del desprecio, militantes de camiseta reversible, fiscales y jueces conversos, periodistas con parche en el ojo, médicos esterilizadores de máscara posquirúrgica, falsos liberales de careta y carceleta, clubes de madres sometidas, congresistas inmunes e impunes, emprendedores de la mala educación, prestamistas de interés incógnito, antisindicalistas pistola en mano, alcaldes de aeródromo en la selva, ideólogos de la muerte del derecho, asociaciones de amigos de la misoginia, clubes juveniles de la danza de la muerte, economistas de espíritu dictatorial, autoridades municipales sospechosas de haber colaborado con Sendero Luminoso, y una lista parlamentaria en la que brillaron trece candidatos con antecedentes y procesos judiciales en curso, siete con antecedentes judiciales civiles y uno con antecedentes penales. Ese es el verdadero equipo fujimorista, y será gobierno, si lo permitimos.