Por Alejandro Lira Alejandro Lira Desde londres Al presidente de Colombia le han quedado muy modestas su guerra contra las FARC, la hostilización a los vecinos que disienten de Washington y la propia liberación de la Betancourt. Ahora ha subido sus miras y aspira a liberar al mundo. Uribe se ve ya entre los grandes, (como Blair y Aznar, en la Cumbre de las Azores, en el 2003, fumando puro, tomando cerveza del pico, con los pies sobre la mesa, y creyendo que, por estar acompadrado con Bush, ellos también decidían la invasión a Irak), y se ha hecho un sitio en la tragedia de Afganistán; allí soldados colombianos mudarán enemigos comunistas por talibanes y el verde cocal por el rojo bermejo de las amapolas. Lo demás, entre cocaína y heroína, es música celestial: Colombia, "interlocutor" privilegiado ante la OTAN y, quién sabe, con el tiempo se convierta en un nuevo Estado asociado a los EEUU. Sueños paralelos también los habrá tenido Mijail Saakashvili, presidente de la ahora aterrorizada Georgia y demócrata ejemplar que perseguía a los corruptos con la ley, pero los liberaba de la cárcel a cambio de "rescates"; respetuoso de la libertad de expresión siempre y cuando coincidiese con la suya, de lo contrario: palo a los opositores y asalto con tropas al medio disidente. Como otros presidentes tercermundistas, Saakashvili es un tenaz privatizador y como también ha estudiado en Harvard tiene mucha "química" con Bush. Tanta es la atracción molecular que ya se le adelantó a Uribe al desplegar tropas georgianas no solo en Afganistán sino también en Irak. A cambio, Bush le prometió convertir a Georgia en un miembro más de la OTAN, membresía que la haría invulnerable a cualquier agresión rusa. En agradecimiento a la promesa, Saakashvili, nombró padrino y bautizó con el nombre de Bush a la avenida que une el aeropuerto con la capital georgiana. Huelga repetir la sucesión de eventos que siguieron al ataque georgiano en Osetia del sur y el posterior contraataque que ha dejado a Georgia prácticamente ocupada por fuerzas rusas. Lo cual deja la química Bush/Saakashvili en poco menos que un licor rancio. Georgia puede esperar poco o nada de la OTAN, Saakashvili que esperaba de Bush tropas, misiles y aviones vomitando fuego contra las tropas rusas, recibe ahora una "enérgica" declaración de condena estadounidense contra Rusia. Aviones, también, pero llevando ayuda humanitaria; o sea, atún, galletas, medicinas, carpas y frazadas. En cabeza ajena, Uribe bien puede darse por notificado; la alquimia del servilismo y la adulación poco pueden con la historia: una superpotencia jamás se suicida por un aliado.