Por Maritza Espinoza. M aritza Espinoza. mespinoza@larepublica.com.pe Gigi y Pía no son bailarinas ni actrices ni nada que pueda pararse con algún decoro sobre un escenario. Sara Manrique saltó a la celebridad por sus artes para ingresar a centros penitenciarios de alta seguridad sin fin conocido. Y Francis, la amiga de todos, es un curioso invento de la prensa chicha que, con gracia limeña, ha encontrado una manera de plantear airosamente su esforzada vocación por el choque y fuga. Al lado de estas ñañas, Mónica Adaro y Jesabella son cuasi vedettes que, al margen de hobbies lucrativos y paralelos, por lo menos tienen los mondongos en su sitio, se mueven con razonable coordinación motora y pueden modular dos frases sin perderse en la coprolalia más inintelegible. Bueno, pues, son esas jovencitas que más parecen panelistas de un reality show de Laura Bozzo, las que el lunes pasado le dieron a Magaly Medina (esa abnegada defensora de las artes) una de las mejores performances de su presente temporada. Como Pedro en su llonja, se pasearon en el set, se insultaron con frases de carretero y se agarraron a golpes bajo la atenta dirección de otro desopilante invento de la "chicha press", don Alex Otiniano, eterno director de un bodrio denominado Baño de mujeres, el triste remedo de una pieza teatral que estrenó hace siglos el ya fallecido Horacio Paredes. Sin duda, las doñas de Baño de cantina, perdón, de mujeres, son ya el símbolo de la nueva televisión local que, desde los cómicos ambulantes, jamás había congregado a los sectores D/E con tanta vocación, digamos, democrática. ¿Querían inclusión sociocultural? Pues ahí la tienen: en pleno set de ATV. Hernando de Soto estaría aplaudiendo parado en una pata. Gracias, Magaly, la historia te lo agradecerá.