Steven Levitsky: “El Perú está siendo gobernado por una coalición de corruptos y autoritarios”
El politólogo, profesor en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, y autor del libro Cómo mueren las democracias analiza el panorama político del país y alega que la protesta pos-Castillo asustó mucho a los sectores urbanos.
En esta entrevista, el politólogo Steven Levitsky comenta cómo la coalición entre el régimen de Dina Boluarte y el Congreso socava la democracia, y pone énfasis en que nuestro país se encuentra en una situación similar a la de la dictadura de Alberto Fujimori, con la diferencia de que ahora hay una alianza más amplia, pero a su vez frágil.
-Hace casi un año cuestionó el exceso de violencia del Gobierno. ¿Cómo definir el Gobierno de Dina Boluarte? ¿Un régimen autoritario?
-El Perú obviamente está en transición y el Gobierno de Boluarte es una especie de híbrido. No estamos en un régimen sólido o institucionalizado en una situación de alta inestabilidad. Mencionaste el excesivo uso de fuerza hace un año, yo diría que fue una masacre de parte de las fuerzas de seguridad del Estado y ha pasado un año y no hay rendición de cuentas, no hay justicia después de esa tremenda masacre del tamaño que no estamos acostumbrados a ver en democracia. Una definición básica de la democracia moderna exige elecciones libres, el derecho de votar y la protección amplia de los derechos cívicos y humanos. Para mí, primero, con la masacre de casi 50 personas y segundo, con la ausencia casi total de rendición de cuentas después de esa masacre, el Perú empieza a violar abiertamente ese último criterio de la democracia. No hay en el régimen actual protección amplia de derechos civiles y humanos. Entonces, para mí el régimen actual deja de ser plenamente democrático. Dictadura es un poco exagerado. Es un Gobierno débil. Pero plena democracia ya no es.
-¿Y este Gobierno es sostenible? Un presidente, para sobrevivir, necesita una bancada para salir airoso en el Congreso? Boluarte no tiene bancada, ¿qué futuro le depara?
-Boluarte es políticamente superdébil, podría caer mañana si se rompe su alianza de protección mutua con el Congreso. No tiene bancada, pero sí ha llegado a un acuerdo implícito de sobrevivencia con el Congreso. La mayoría de congresistas no quiere irse antes del 2026. Ella también quisiera quedarse en la presidencia obviamente y ninguno puede sin el otro. Si ella renuncia, hay elecciones. Los congresistas no quieren eso. Entonces, hay una especie de acuerdo entre dos actores políticos sumamente débiles que han perdido toda legitimidad, pero que en una sociedad exhausta y sin ganas de seguir movilizando por ahora, han logrado un pacto de sobrevivencia. Podría durar dos años, pero lo dudo. El costo del sistema político sería altísimo.
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-¿Por qué duda que el Gobierno pueda durar hasta el 2026?
-Porque es un Gobierno muy frágil y todas las bancadas en el Perú son muy frágiles. Es una situación política muy fragmentada. Entonces, hay una coalición que yo llamaría autoritaria, que hoy en el Perú es una coalición de corruptos y autoritarios. En vez de tener un Fujimori y un Vladimiro Montesinos, tienen prácticas sostenidas entre varios grupos pequeños que fácilmente pueden fragmentarse. Y es un poco como Guatemala, tiene una situación parecida. No hay Fuerzas Armadas en el poder, no hay partidos sólidos, no hay un líder consolidado en el poder como Fujimori y Nayib Bukele en El Salvador. Es una coalición fluida y fragmentada. Y por eso creo que es bastante factible, sobre todo por su falta de popularidad del Gobierno, una ruptura.
Coalición. Ejecutivo y fujimorismo. Los une el autoritarismo. Foto: difusión
-La otra idea que mencionó fue que hay una sociedad exhausta ante todo lo que pasa. Hubo convocatorias de protestas contra el Gobierno y el Congreso, pero no han tenido la acogida que se esperaba. ¿Por qué, pese a todo lo que pasa, la sociedad sigue exhausta?
-La protesta masiva y la movilización social es siempre difícil de predecir. Puede ocurrir cuando uno no espera. Muchas veces uno piensa que hay condiciones para las protestas y no son (grandes). Pero en el Perú, me parece, una movilización requiere de los sectores medios urbanos. La caída de Merino, hace unos años, fue producto de una movilización que incluía a gran parte de los sectores medios urbanos. La protesta tras la caída de Pedro Castillo fue, sobre todo, en provincia y le dio un susto tremendo a casi todo Lima, sobre todo a la élite. Y me parece que los sectores medios limeños ahora no están tan dispuestos a juntarse con los sectores calificados como radicales. Hay una brecha mucho más grande que antes entre los sectores de provincia y medios urbanos. Con esa división, no creo que tenga éxito la protesta.
-¿A qué se debe esa brecha?
-Como sabes bien, siempre hubo una brecha entre Lima política y el resto del país.
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-Pero se ha agudizado en este periodo.
-Sí. Mira, Castillo y la protesta pos Castillo asustó mucho a los sectores urbanos y a la costa. Le dio un susto tremendo y el miedo es una de las razones por la que mucha gente en Lima está dispuesta a aceptar el Gobierno y la situación actual porque lo prefieren a una situación de inestabilidad y amenaza desde el interior del país. Yo creo que fue una reacción histérica, no basado en la realidad. La protesta quizás amenazaba al Gobierno de Boluarte, pero no existía una amenaza real a los limeños. Pero no fue percibido así. La clase media limeña reaccionó muy mal.
-¿Es atípico que alguien como Boluarte, quien llegó a la presidencia con Perú Libre y un ideario radical, ahora esté de aliada con la derecha y el fujimorismo?
-Estamos viviendo en un país donde los partidos políticos colapsaron hace más de una generación, un sistema político donde los políticos como clase han desaparecido, no hay. Hay pocos políticos de carrera. La política está llena de novatos que andan sin partido con proyectos individualistas. Y Boluarte, como Castillo, es una política sin experiencia, una novata, que busca, como la gran mayoría de los políticos, algo individual y no tiene movimiento, no tiene partido, no tiene ni pasado ni futuro político. Está buscando sobrevivir. Y un político individual, solo en el mundo, buscando sobrevivir, está expuesto a un nivel de pragmatismo que francamente asusta.
-Quiero preguntarle su opinión sobre el comportamiento de nuestras instituciones al indultar a Alberto Fujimori y desacatar al sistema interamericano de derechos humanos. ¿Cómo deja esto al Gobierno?
-Lo deja mal. El Perú está siendo gobernado por una coalición de corruptos derechistas y autoritarios, y el fujimorismo es un socio de esa coalición. Y estamos viendo una actitud que muchas veces vemos en gobiernos autocráticos, como en el de Fujimori, Hugo Chávez, Rafael Correa o Bukele. Salvo que no hay un solo líder, sino una coalición de varios actores y operan, no tanto desde el Poder Ejecutivo, sino desde el Congreso y otras instituciones. Están haciendo lo mismo que Fujimori hizo buscando controlar y corromper varias instituciones del sistema judicial y otras para poder protegerse y usarlo de armas contra sus rivales políticos. Es el mismo comportamiento, pero desde el Congreso. Entonces, esa coalición ya no es absolutamente fujimorista, los fujimoristas forman parte de ella. Hace años un objetivo político fue obtener la libertad de Alberto Fujimori y lo lograron. Lograron controlar el Tribunal Constitucional (TC) a fin de cuentas.
Se protegen. Hay una alianza frágil en el Congreso. Foto: difusión
-Dentro de esta coalición hay ciertas narrativas. Por ejemplo, dicen que quienes defienden las instituciones son los “caviares” y progresistas. Antes les decían comunistas o rojos. Son un mismo sector que desconoce los tratados internacionales. ¿Cómo definir ese discurso político?
-Iliberales, antiliberales y antidemocráticos. Son autoritarios y sus enemigos los definen ellos. Lo que más odian en el mundo son los caviares. ¿Los caviares qué son? Los que defienden las instituciones y los derechos. Las instituciones y los derechos son parte de un régimen democrático. Los defensores de la institucionalidad democrática liberal terminan siendo los caviares. Y atacan a los caviares y quieren destruir y están destruyendo la democracia liberal en el Perú.
-Hace dos semanas fue suspendida la fiscal Patricia Benavides por estar investigada por presunta organización criminal. ¿El Perú es un país donde no hay garantías en el sistema de justicia para que prevalezcan los derechos de los ciudadanos?
-Es muy precario. Mira, yo actualmente estoy en Lima y cuando llegué hace un par de semanas sentí como si hubiera regresado al pasado. Yo vivía aquí a mediados de los años 90, en la época de Fujimori y Montesinos. Ver el comportamiento de los medios e ir a un quiosco y ver varias tapas de periódicos derechistas atacando a Gustavo Gorriti. Ver el comportamiento del fiscal de la Nación haciendo acuerdos, comprando congresistas y utilizando varios tipos de chantaje para controlar el Congreso, ver que los canales de televisión excluyen a los mejores periodistas del país, es como si estuviéramos viviendo la época de Fujimori y Montesinos, pero sin Fujimori y Montesinos. Entonces, sí, la corrupción de la fiscal es un golpe tremendo y es un golpe positivo que haya sido suspendida. Hay instituciones menos corrompidas obviamente, la Junta Nacional de Justicia (JNJ) sigue siendo una institución todavía más independiente que otras y por eso están desde el Congreso intentando tumbarla.
“Vamos a hacer lo que nos da la gana”
-¿En el Perú estamos haciendo todos los méritos para que esta democracia muera o aún estamos a tiempo de no convertirnos en una especie de Guatemala?
-Bueno, Perú está a medio camino de Guatemala. Si se muere la democracia peruana, que está muy mal actualmente, se va a morir, por lo menos, con una enfermedad que es un poco diferente al caso de Fujimori hace una generación. Alberto Vergara y Rodrigo Barrenechea están viendo un libro sobre la extraña muerte de la democracia peruana, que está muriendo sin dictador. Pero sí (nuestra democracia), está haciendo todos los méritos para morir. Lo peor y lo más peligroso es la falta de rendición de cuentas y la falta de respuesta ante la gente. O sea, las encuestas en el Perú son muy claras. Y lo que la gente quiere es elecciones, por ejemplo. La gente quiere rendición de cuentas por los casi 50 muertos a manos del Estado peruano y la gente quiere un alto a la corrupción, un cierto control de la corrupción. Lo que hace la presidenta y el Congreso es al revés, es escupir en la cara de la gran mayoría de los peruanos y decirnos “no nos importa lo que ustedes quieren, no nos importa qué quiere la sociedad, vamos a hacer lo que nos da la gana: protegernos, hacernos ricos y quedarnos en el poder aunque no tengamos legitimidad”.
-Han perdido el descaro, ¿no?
-El costo que va a pagar el sistema político peruano va a ser enorme. ¡No pueden cagarse en la gente por dos o tres años y esperar que el sistema político sobreviva! Esto va a terminar muy mal.