Alexandra Ames: “Debemos recordar a las autoridades que, si no trabajan por el país, se tienen que retirar”
La politóloga afirma el cierre del Congreso que hizo el expresidente Vizcarra demostró que “cambiar jugadores no basta”, puesto que los cambios para salir de la crisis política deben empezar por las reglas.
La politóloga Alexandra Ames considera que la reciente propuesta del expresidente Francisco Sagasti es un llamado a la sociedad civil para impulsar a buscar con el Ejecutivo y Legislativo acuerdos mínimos en favor del país y que, si esto no se consigue, la misma ciudadanía impulse nuevas elecciones generales por un referéndum.
¿Qué le parece la reciente propuesta del expresidente Francisco Sagasti? ¿No es algo ingenuo recolectar firmas para que se vayan todos si se requiere aprobación del Congreso?
Entiendo que ese sería un escenario último en caso de que no se dé el primero y menos traumático: promover un consenso con acuerdos mínimos para orientar al país y dar gobernabilidad. Entiendo que, si eso no resulta, pide que la ciudadanía entre. Recolectar las firmas puede parecer ingenuo si no se trabaja un previo esfuerzo vinculado a la incidencia y la construcción de esa agenda a la cual él hace un llamado. Entiendo que estos acuerdos mínimos no se harían entre Ejecutivo y Legislativo sino involucrando a la sociedad civil. Ingenuo es pedir acuerdo entre Ejecutivo y Legislativo sin esa tercera parte o tercer Estado, la sociedad civil.
Casi se da por hecho que se llegaría a evaluar la opción de recolección de firmas.
Así es, pero ya con la ciudadanía consciente de ese acuerdo que sería conocido. El primer paso sería trabajar cuál sería esa agenda de acuerdos mínimos.
¿Y cómo se organizaría esta búsqueda de acuerdos?
En la sociedad civil hay diversos grupos de académicos, profesionales, conocedores de problemas de políticas públicas en el país que pueden ayudar a identificar acuerdos mínimos. Es importante la presencia de la sociedad civil y conocedores porque es necesario dejar de lado ideologías y pensar en soluciones a problemas públicos. Mientras se deje de lado los intereses particulares, esto caminará. Involucrar a la sociedad civil en esto es la receta para desentrampar ese bucle de las relaciones de Ejecutivo y Parlamento.
¿Y quién toma el asiento y representa a la sociedad civil?
Creo que correspondería a entidades como Transparencia, Proética, Idea y grupos que piensan en el país y han diagnosticado bien estos problemas.
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¿Y cuál es el criterio y legitimidad para elegirlas?
La legitimidad está en que puedan participar todos y que todas las organizaciones de la sociedad civil se puedan sumar y no sea una única que lo lidere. La pregunta es quién le pone el cascabel al gato, quién empieza la convocatoria. Estoy segura de que habrá conversaciones y tengo fe en que la próxima semana habrá más claridad del proceso.
El presidente Castillo en su último mensaje dijo que convocará al Acuerdo Nacional. ¿Puede ser ese el espacio?
El Acuerdo Nacional es un gran espacio de encuentro que ha aportado mucho en la gobernabilidad y generación de agendas consensuadas. Por eso creo que debe participar en este proceso. No creo que deba ser el espacio desde donde se gesten las ideas. En tanto está alojado en un organismo del Ejecutivo, lo correcto sería este llamado, como hace Sagasti, a la sociedad civil. Allí tienen que sumarse estas instituciones, pero ¿por qué no la academia, grupos de estudiantes, sindicatos, gremios empresariales... y ver la forma cómo empezar a recomponer?
¿Usted, desde algún espacio en que está, participaría?
Se tienen que generar los espacios para que no quede ninguna organización fuera. Todas las organizaciones de la sociedad civil con intereses en aportar al desarrollo deberían sumarse.
Y si se llega a las firmas, ¿cómo avanzar en el Congreso?
Debería ya haberse movilizado la ciudadanía, de modo que haya presión suficiente. Es generar el momentum ciudadano. Como se habla de momento constituyente, es posible generar el momentum ciudadano, en que la ciudadanía puede recuperar el poder que le corresponde.
¿Cuánto tiempo debe tomar todo este proceso?
Ni muy rápido que no se reflexione suficiente en los acuerdos, ni muy lento que se pase el Gobierno sin aplicar soluciones.
¿El referéndum podría ser con las elecciones regionales?
Por costo, sería lo más correcto. Habría que ver si se llega.
Cerrón y Montoya critican duro a Sagasti por su idea. ¿Qué nos dice esta coincidencia?
Por falta de diálogo y habilidad democrática, estamos en esta crisis. Los extremos con este mensaje nos dicen que no tienen aptitud democrática y no están dispuestos a ceder a favor del enrumbamiento del país.
Entonces ratifican la necesidad de presión ciudadana...
El camino es por allí. Y no se trata de que se vayan todos, sino de cambiar reglas tóxicas para que los jugadores sigan el partido. Si no están dispuestos a cambiarlas, la ciudadanía forzarán una salida de jugadores.
¿La ciudadanía diciendo: “Acuerdan mejoras o se van”?
Sí. Cuando Vizcarra cerró el Congreso, se esperaba uno mejor. Hoy sabemos que cambiar jugadores no basta. El cambio debe venir por las reglas.
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El Ejecutivo y el Legislativo pueden decir: “El pueblo nos ha elegido por cinco años”...
Sí, pero la ciudadanía no elige con cheque en blanco. Hemos llegado a un punto en que los ciudadanos debemos recordar a las autoridades que son puestas para construir país y que, si no trabajan por el país, se tienen que retirar. Pero insisto en que la salida de jugadores no asegura cambio de las reglas.
¿Qué pasa si el Congreso archiva el adelanto electoral?
Generaría convulsión social y terminaría igual orientándose a nuevas elecciones. Hemos llegado a un punto donde la ciudadanía va a exigir que o se ponen de acuerdo y se trabaja con nosotros en estos puntos o se piensa en un cambio en conjunto con otras reglas de juego.
¿Qué efecto tendría en los políticos esto en año electoral?
Dependerá de qué tanta incidencia pública se haga. La clave está en movilizar a la ciudadanía y que se compre “este pleito”. Si se logra eso, los ciudadanos, como electores, no querrán escoger partidos políticos que no están dispuestos a dialogar. La clave está en convertir a las elecciones en el incentivo para que los partidos se alineen a lo que la ciudadanía pide.