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Política

Martín Tanaka: “Las indecisiones afectan la credibilidad del presidente, y eso es lo preocupante”

Entrevista al politólogo y docente de la PUCP, quien analiza el presente del régimen de Pedro Castillo. “Debe definir qué clase de presidente desea ser”, sostiene.

Que decida. Tanaka señala que Castillo debe definir qué clase de presidente desea ser. Foto: difusión
Que decida. Tanaka señala que Castillo debe definir qué clase de presidente desea ser. Foto: difusión

Si bien el otorgamiento de la confianza al gabinete que lidera Guido Bellido parecía darle algo de oxígeno al Gobierno, las recientes denuncias y las idas y vueltas sobre el futuro de ciertos ministros sugieren que el ambiente de crisis está lejos de amainar. El politólogo Martín Tanaka analiza el presente del régimen de Pedro Castillo.

¿Le parece correcta la lectura de que el presidente Castillo no está haciendo uso del poder para el que fue elegido?

Parcialmente. Lo que percibo es que el presidente no tiene claro qué quiere. Me parece que está muy confundido y por eso no toma decisiones.

¿Confundido en qué sentido?

Da la impresión de que pensaba una cosa sobre lo que iba a ser su presidencia, pero que se ha encontrado con algo muy diferente a lo que había imaginado. Tiene presiones distintas y por eso sus silencios, sus contradicciones y la incertidumbre que vivimos. Y hay que decirlo también, en medio de eso, otros se aprovechan y tratan de marcarle la agenda…

Pedro Castillo

Castillo juró como presidente de la República el último 28 de julio. Foto: composición/La República

¿Quiénes?

Desde Vladimir Cerrón hasta Jorge Montoya. Lo claro y lo preocupante es que no veo que el presidente sepa qué hacer. No sabe si mantener a Cerrón, a Bellido, a Maraví. Tiene encrucijadas muy claras adelante y no define un rumbo. Y lo peor, todavía, es que al parecer no es consciente de que tiene que tomar decisiones. Por ejemplo, a raíz de las declaraciones que hizo ayer, parece que piensa que sigue en campaña.

¿Se refiere a la invitación a debatir?

En efecto.

¿No es curioso que si hace unas semanas algunos sectores hablaban de un peligro autoritario y comunista, hoy hablemos de un presidente que no actúa como tal?

Yo lo pondría de esta forma: seguramente el Castillo candidato, con su visión del país, se imaginaba que su gobierno sería muy transformador y revolucionario, que cambiaría las cosas de raíz. Pero, ya en el cargo, se ha empezado a dar cuenta de que no tiene gente para llevar a la práctica ese plan, que tampoco tiene una mayoría en el Congreso. Eso debería haberlo llevado a tomar una primera gran decisión: o me la juego por el programa radical y revolucionario y trato de sacarlo adelante o me doy cuenta de que no hay condiciones para que ese plan se implemente y planteo una convocatoria amplia para construir una mayoría con bancadas de centro…

¿Pero ni lo uno ni lo otro?

Exacto, ni uno ni lo otro. Hay que reconocer, en todo caso, que para el presidente el asunto es complicado. Me refiero a que, si siguiera el camino de ser fiel a su discurso de campaña, eso le permitiría consolidar a sus aliados cercanos, aunque tendría en el Congreso a un escollo evidente, en tanto, no tiene los votos suficientes. Por otro lado, si buscara acercamientos con Acción Popular (AP), Alianza para el Progreso (APP) y otros, eso lo enfrentaría a la facción más radical de Perú Libre y Cerrón, con el riesgo de que su bancada de 37 se fracture, lo cual le complicaría más la vida. Las decisiones son difíciles.

Sí, entiendo. Aunque uno se hace presidente para tomar decisiones difíciles, ¿no?

Así es. Ahora, yo creo que el camino existe, que es aquel que le permitió lograr los votos para la confianza: acercarse al centro, ampararse en sus ministros más solventes que son los que hablaron ese día en el pleno y poner la agenda de esos ministros por delante. Sin embargo, el mismo Castillo no parece estar tan convencido. Finalmente, elegir una ruta implica tomar decisiones de fondo sobre qué presidente desea ser. Hay un antecedente que creo que es útil tomar al menos como referencia…

maravi

maravi

¿Cuál?

El de Ollanta Humala. Ganó con un equipo, lo que quedó expresado en el primer gabinete de Salomón Lerner, que solo llegó hasta diciembre. Entonces se convenció de que con ese tipo de gobierno no la hacía, digamos, y lo puso a Óscar Valdez.

Un giro de 180 grados.

Significó un cambio total y así navegó los cuatro años y medio restantes. No estoy sugiriendo para nada que Castillo haga lo mismo.

¿Lo que dice es que Castillo debe decidir?

En efecto, lo que digo es que Castillo tiene que decidir, tomar un rumbo y ser consecuente con eso. Miremos el caso de Maraví en Trabajo. Se decía que se va, luego que ya no. Eso es algo que debilita mucho al presidente y a su gobierno. Sospecho que la evaluación del manejo del caso Béjar ha ido por el lado de que lo dejaron caer muy rápido y quizás quieren evitar en el Gobierno la idea de que les manejan o imponen la agenda. Pero tampoco es que uno vea que defiendan a sus ministros. Por eso digo, se nota la confusión.

Y en este escenario de confusión, ¿cómo ve el comportamiento de la oposición?

Hay que distinguir a los 50 que votaron en contra de la confianza al gabinete Bellido. Lo que uno ve ahí es que Montoya ha terminado liderando ese bloque, el más intransigente y cercano a los grupos que piden directamente la vacancia. Llama la atención que, aunque Fuerza Popular tiene muchos más parlamentarios, el liderazgo lo ha asumido el sector más extremista, uno con la agenda clara: tumbarse a los ministros uno por uno, apoyándose en esta retórica anticomunista, sin ninguna concesión. De ese lado, la cosa se ve clara. El asunto es que no sabemos a qué juegan AP o APP que, con la sartén por el mango de lo que ocurre en el Congreso, no muestran una estrategia definida.

¿Este gobierno puede durar los cinco años?

La tiene complicada. Las indecisiones afectan la credibilidad del presidente, y eso es lo preocupante. Un antecedente es el de Alejandro Toledo, de quien, en su peor momento, se decía que él era el origen del problema. Por eso se le empezó a pedir un paso al costado, que nombrara a un premier fuerte y que él, básicamente, se limite a mirar. Eso es algo que Castillo tiene que evitar. Lo que ocurre es que sus silencios empiezan a evocar esa situación. Si estos dilemas siguen, muy pronto aparecerán las voces que pidan que Castillo se mantenga al margen. Y en un extremo podrían plantear la vacancia.

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Profesión; periodista. Doctor por la Universidad de Salamanca (Instituto de Iberoamérica).