Luis Pásara: “No hay seriedad ni en la competencia ni en los compromisos políticos de los candidatos”
Entrevista al doctor en Derecho, quien indica que López Aliaga como segundo puesto en las encuestas, nos dice algo sobre el elector peruano. “Y eso sí es preocupante”, confiesa.
Luis Pásara, investigador y doctor en Derecho, ofrece en la siguiente conversación su mirada siempre aguda sobre la coyuntura política nacional. Responde sobre la campaña electoral, el gobierno de transición de Francisco Sagasti y la acusación contra la candidata Keiko Fujimori, formalizada por el fiscal José Domingo Pérez.
¿Qué sensación le deja la campaña hasta el momento?
El sistema de doble vuelta genera ciertas peculiaridades. Primero, el 11 de abril se vota para designar al que jugará la final. El segundo efecto me parece perverso, y es que hay demasiados candidatos…
Son 18 presidenciales.
Hay muchos personajes, llamémoslos así, dotados de audacia, que han convocado a un grupo de incondicionales que disponen de algún dinero —no siempre limpio— y que se lanzan de candidatos, como quien tira los dados, a ver si en una de esas pasan a la segunda vuelta. En su libro Elecciones y decepciones, Alfredo Torres señala que más del 70% de los consultados en las encuestas sistemáticamente dicen que no les importa la política. No es sorprendente que haya tantos pitufos con cero punto algo o uno punto algo. Quizás la única excepción entre los pitufos es Julio Guzmán porque él sí intentó construir un partido en serio, aunque se ha desplomado a partir del episodio ridículo de su fuga del incendio. Pero la mayoría nunca ha hecho un intento por construir nada. Hernando de Soto en el mejor de los casos hizo un intento por alquilar o comprar —no lo sé bien— un partido. Igual Forsyth. No hay seriedad ni en la competencia ni en los propósitos políticos de los candidatos.
¿Es López Aliaga un candidato de ultraderecha?
Es evidentemente de ultraderecha e incluso la definición se puede quedar un poco corta. Es un candidato sorprendente, en varios sentidos. Es un candidato directo del sector empresarial. Antes la derecha recurría a personajes de intermediación, pero López Aliaga se presenta como empresario y hace de eso una bandera que tiene algunas manchas, según parece. Ahora, su reciente declaración en Exitosa —en la que confiesa que cuando se encuentra con un “mujerón” se mantiene como fiel enamorado de la virgen María, “que es más bonita”— no es un tema ideológico. Es otra cosa. No obstante, el dato que sí es político es que de acuerdo con la encuesta del IEP tiene el segundo puesto en la intención de voto. Eso nos dice algo sobre el elector peruano, no sobre él. Y eso sí es preocupante.
Si López Aliaga es una sorpresa, creo que Yonhy Lescano también, en cierta medida. Siempre fue alguien a quien dentro de su partido se le miraba por debajo del hombro.
Sí, es bastante probable que quede arriba en esta primera vuelta. Lo importante en las encuestas son las tendencias. Y él está creciendo. Lescano, primero, es un político. Es decir, no es un improvisado. Conoce bien la política. Además, ha logrado derrotar en las internas de Acción Popular a los señoritos. Pese a que AP es un conglomerado poco homogéneo, ha logrado imponerse. Y tiene otra virtud: es una persona con la cual el elector medio puede identificarse, que no es el caso de López Aliaga. Es puneño, y tiene un sensibilidad que los demás candidatos no muestran. ¿Qué gobierno puede hacer? Ya esa es una pregunta imposible de responder, por lo menos para mí. Como candidato, tiene fuerza. Si gana, va a tener que enfrentar un problema serio…
¿Cuál?
El Congreso. Su capacidad política se pondrá a prueba para constituir un bloque mucho más allá de la gente de AP, extenso y sólido. Porque si no el Parlamento, que probablemente será igual o peor que el de ahora, se convertiría en un enemigo de su posible gobierno.
Claro, aunque ese es un desafío transversal a la mayoría de los candidatos, quizás.
Así es.
Hablemos un poco del gobierno. ¿Sagasti da la talla?
Es probablemente la persona más capaz y honesta que ha llegado —como Valentín Paniagua— por azar a la presidencia, desde que se reinstauró la democracia. El asunto es cuántos capaces y honestos trabajan con él. La deslealtad de Mazzetti y de Astete ha hecho mucho daño a su gobierno. Además, el problema no son solo las personas, sino las instituciones. Todos creíamos que Cayetano Heredia era una universidad seria y que la Cancillería era de las pocas entidades públicas respetables. Sagasti enfrenta hoy el mismo problema que encontrará cualquier persona bien intencionada que llegue al cargo. Los peruanos hemos ido empobreciéndonos formativa y éticamente. Y eso es lo que se ve en la escena política, llena de oportunistas, sinvergüenzas, tránsfugas y otras gentes que son capaces de cualquier cosa para llegar a alcanzar cierto poder y, entonces, enriquecerse.
Usted es crítico con el trabajo del equipo de fiscales del caso Lava Jato. ¿No son avances haber pedido la prisión preventiva contra Martín Vizcarra y la acusación contra Keiko Fujimori?
Vamos a ver qué pasa con Vizcarra. Si la mitad de lo que dice el libro de Carlos Paredes es cierto, merece no solo prisión preventiva, sino condena. Sobre Keiko, me alegra que se presente la acusación. Ojalá haya pruebas suficientes para ser condenada por los delitos imputados. No soy penalista, lo advierto, pero una organización criminal, al menos como lo entiende la teoría, es una asociación de individuos con la intención permanente, estable, de delinquir. Y eso no es Fuerza Popular. Lo que han hecho con los cócteles es un delito, pero hablar de organización criminal es una barbaridad, a mi modo de entender. En segundo lugar, ¿30 años? Si uno ve las acusaciones y sentencias que se emiten para hombres que violan a sus hijas, para feminicidas, esos 30 años que pide el fiscal Pérez son una desmesura. Es avance en la medida en que hay acusación. Ojalá haya pruebas.
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