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Política

#YoMeQuedoEnCasa, nuestro compromiso

Ana de Mendoza, representante de UNICEF en el Perú.

Ana de Mendoza, representante de Unicef en el Perú.
Ana de Mendoza, representante de Unicef en el Perú.

El Coronavirus llegó al Perú. Hasta ahora estaba afectando a viajeros, o a quienes estuvieron con personas que llegaron del extranjero; en este momento la epidemia ya adquirió nivel comunitario y nos ha impuesto el reto común del aislamiento. No pisar la calle es mandatorio.

Las adecuadas medidas del Gobierno tienen como objetivo frenar la propagación del virus, pero ponen en evidencia las inequidades del país, realidad con la que convivimos diariamente, y que enfrentan silenciosamente millones de personas en el territorio nacional.

Quedarse en casa no significa lo mismo para una familia en la que mamá y papá tienen un sueldo fijo que permite responder a las necesidades básicas de la familia, que para otra que sobrevive porque mamá lava ropa y papá recorre la ciudad vendiendo caramelos en el transporte público.

Perú es un país en el que prima la informalidad entre la Población Económicamente Activa. El bono económico para las familias en extrema pobreza ayudará a la adquisición de productos básicos, pero de momento no llegará a toda la población que lo necesita, independientemente de su nacionalidad, ni resuelve elementos de inequidad histórica que se expresan, por ejemplo, en el peligroso hacinamiento y la falta de acceso a agua potable.

Otra de las desigualdades que impone esta cuarentena es el de acceso a la educación. El Ministerio de Educación ya lanzó la estrategia ‘Aprendo en Casa’. Y mientras algunos colegios y universidades privados implementarán en los próximos días sus clases en línea, existe el riesgo que las niñas, niños y adolescentes de las comunidades rurales e indígenas más pobres queden más rezagados.

Con el aislamiento social hay dos peligros latentes: que se agudicen los problemas de salud mental en las familias, y que afloren las violencias, que afectan especialmente a las niñas, niños, adolescentes y mujeres. Estudios señalan que el 59 % de las situaciones de violencia sexual ocurre en casa, y el 38% de los agresores suele ser un familiar (padre, padrastro, tío, primo). Este es un tema que debemos tener en cuenta en estos días, y siempre. Quedarse en casa no debería ser peligroso para ninguna persona, menos para las niñas.

La pandemia tiene implicaciones a cortísimo plazo, pero sus efectos a mediano y largo plazos afectarán las inequidades ya existentes. Al Estado, ciudadanía, familias, empresas, iglesias y cooperación internacional nos corresponde seguir trabajando para cerrar brechas, también en esta coyuntura.