“Se va poniendo en evidencia, pues, que Odebrecht ha sido el gran financiador de la democracia electoral en el Perú, desde fines del siglo pasado”.,El interrogatorio de los fiscales en Brasil se está salvando como festival de delaciones, pero solo por un pelo. Sin duda están apareciendo hechos corruptivos nuevos, pero casi todos enlazados con algunos ya conocidos. Hasta el momento los desembolsos declarados a la campaña de Lourdes Flores son los que están salvando la jornada. Pero pueden surgir cosas en los días que faltan. Pero el traslapo de lo nuevo y lo conocido en algunos casos está produciendo dos o más versiones sobre un mismo hecho, algunas contradictorias. Es algo natural, puesto que los interrogadores están apelando a la memoria, humana y falible, de los delatores, o recogiendo versiones de más de una persona sobre el mismo tema. Además de titulares, las revelaciones están produciendo una enorme carga de trabajo futuro para los fiscales, que ahora tendrán que imprimirle lógicas jurídicas a cada una de ellas, superar los argumentos de los abogados de la defensa, y presentar alegatos convincentes para los jueces. Quizás no lo logren en todos los casos. Como los interrogatorios inevitablemente tienen la estructura de una conversación, los grados de importancia de lo dicho son variados, desde lo muy serio hasta lo trivial. Desde asolapadas entregas de dinero hasta meras conversaciones. Al final la situación se presta a una suerte de culpabilidad por contacto. Pero no estamos presenciando una conversación sino muchas, que van extendiendo el campo de la actividad corruptiva. ¿Se han puesto de acuerdo todos esos delatores? Probablemente sí, puesto que sus verdades también tienen algunas espaldas que cuidar. Además, propiamente hablando, no son ellos los que están siendo investigados. Se va poniendo en evidencia, pues, que Odebrecht ha sido el gran financiador de la democracia electoral en el Perú, desde fines del siglo pasado. La disponibilidad de esos fondos, inagotables en apariencia, seguramente alivió la carga de otros donantes tradicionales, y sesgó muchas simpatías de autoridades peruanas. El caso Odebrecht es, más allá de las culpas individuales, el juicio a esa bonanza de nuestra política electoral, algo que por cierto incluye a la estructura empresarial beneficiada por el costo creciente de las campañas mismas. A partir de un momento probablemente no hubo más opción que ir a tocarles la puerta a los dadivosos brasileños.