Barata dirá, esta vez sí, todo lo que sabe porque si omite o miente en Brasil perderá los beneficios que le permitirán irse a su casa relativamente pronto.,¿Decidirá Pedro Chávarry, fiscal de la Nación, aguarle otra navidad a la inmensa mayoría de los peruanos, desarmando o desmembrando al equipo especial que dirige el fiscal Rafael Vela y que investiga la corrupción de Odebrecht en el Perú? Espero equivocarme, pero yo creo que sí. Entre el 14 y el 18 de enero los fiscales integrantes de dicho equipo interrogarán a los funcionarios de Odebrecht en Brasil, incluyendo a la mano derecha de Marcelo Odebrecht en el Perú, Jorge Barata. Barata dirá, esta vez sí, todo lo que sabe y no solo lo que se le antojó decir en el Perú, es decir, medias verdades incompletas, prácticamente sin consecuencias. En el marco de los acuerdos firmados por Perú y Odebrecht, por un lado, toda nueva información que aparezca seguirá su propio curso judicial con sus propios involucrados: se acabaron los callejones sin salida y la impunidad garantizada hacia adelante. Además, la empresa se obliga a que sus ex funcionarios provean de toda la información y las pruebas para respaldar los testimonios y completar, donde corresponda, la ruta de las coimas y no solo la identidad de quienes las recibieron y en qué montos. Es la primera vez, desde que empezó este proceso, que el Estado peruano tiene la sartén por el mango y se puso a sí mismo en una posición de exigencia. Ya nos habíamos demorado mucho. Barata dirá, esta vez sí, todo lo que sabe porque si omite o miente en Brasil perderá los beneficios que le permitirán irse a su casa relativamente pronto. Se podría ir al bote por más de 20 años acusado, además, de nuevos cargos. A esto es a lo que le tienen pánico en el Perú: las declaraciones que vendrán de Brasil no consistirán, esta vez, en los recuerdos de los testigos, sino que llegarán respaldadas por documentos y pruebas. Y como le gustaba decir al jefe de la ONPE del fujimorismo: papelito manda. Es comprensible, pues, que el pánico cunda entre algunos grupos de políticos. Sobre entre quienes saben que quien está en mayor peligro de ir preso tiene la entereza y el temple de un langostino recocido y cantará en todas las notas, usando todas las escalas y con todos los acompañamientos, mientras -seguramente- llora a mares que el Perú y su historia le deben algo, cuando es exactamente al revés. El congresista Rolando Reátegui afirmó que en el Congreso el APRA llevaba de las narices a Fuerza Popular y la naturaleza de lo aprobado con los votos fujimoristas por iniciativa del APRA parecen confirmarlo. En los pasillos del Ministerio Público se dice que Gonzalo Chávarry solo sigue al frente de la fiscalía porque, en el Congreso, el presidente de la comisión de acusaciones constitucionales, el fujimorista César Segura, se rehúsa a agendar su caso. Segura dice que trata de respetar el orden de llegada y que faltan 100 expedientes para ver los de Chávarry. Por supuesto, Segura miente: el orden no le interesa y nunca ha interesado pues, si así fuera, Kenji Fujimori estaría sentado en el Congreso y PPK en Palacio de Gobierno. (Gracias por Vizcarra, Sra. Keiko, muchas gracias). ¿Hasta cuándo podrá aguantar Segura las acusaciones contra Chávarry? Es incierto, pero no mucho más. Lo real es que el tiempo es corto y ni el fiscal Vela ni el fiscal Domingo Pérez pueden estar en el equipo especial ni recibir la información que tiene Barata. Esa es la consigna y no hay ninguna otra porque para poder dar contragolpes y elucubrar planes, primero hay que sobrevivir y, lo más probable es que si Barata habla, se acabó todo. Sigue siendo muy interesante que Odebrecht se animara a llegar a este acuerdo recién cuando sus ex “socios” más conspicuos en el gobierno del Perú están de capa caída, con impedimentos de salida y cosas por el estilo. ¿Por qué habrá sido? ¿Se estaría asegurando de no estar cerrándose la puerta al delatar a alguien que podría salir limpio de polvo y paja y llegar o volver al poder en el Perú? ¿Será que en Odebrecht piensan ahora que ya no vale la pena cuidar aquellas antiguas relaciones y han decidido, finalmente, que el futuro empieza en el presente y no en el pasado? Cómo será. Lo cierto es que quienes tienen más que perder (o todo que perderlo) usarán todo lo que tengan a su alcance para impedir que los terminen de sepultar (porque hundidos ya están). Así que lo más probable es que la ciudadanía deba salir a las calles estas fiestas pues hay varios que no van a permitir que el fiscal de la Nación se siente en su oficina a ver cómo los crucifican. Si fuera inteligente, el fiscal de la Nación ya debería haberse cambiado de barco. A menos, claro, que tenga el ancla del barco amarrada al cuello.