Balance preliminar de la votación nacional de ayer.,Lima puede estar satisfecha de haber elegido ayer a un alcalde honesto, capaz, con ideas, democrático y convocante como Jorge Muñoz, especialmente después de la desastrosa gestión de Luis Castañeda y ante el riesgo que hubo de que pudiera ganar un peligro para la ciudad como el charlatán de Ricardo Belmont. Circularán muchas teorías para explicar su sorprendente victoria, pero la misma es consecuencia de la confluencia fortuita de varios hechos: anticuerpos de los que iban punteros; el grave error de Renzo Reggiardo de faltar al debate y de querer hacer uno en paralelo al oficial; su participación en el primer debate –antes de la absurda veda de encuestas–; y, algo no menos relevante, que Muñoz sea alguien sensato que proyecta buena imagen. Estuvo en el lugar correcto en el momento correcto. o que sería injusto es atribuir el triunfo de Muñoz a Acción Popular, pues, aunque su dirigencia quiera hoy salir en la foto con él, el partido no le dio mucho respaldo en la campaña. En este sentido, esta elección sigue marcando el ocaso de los partidos tradicionales. Como el Apra, que en estos comicios volvió a brillar por su ausencia, algo que en cualquier partido democrático del mundo justificaría el paso al costado de su líder Alan García, quien, no obstante, sigue empeñado en sepultar a la estrella por su interés particular. Y a ese declive de los partidos tradicionales se suma en esta elección el fujimorismo, siendo una de las expresiones más claras del desastre naranja el que en Lima el candidato de Fuerza Popular haya obtenido casi el mismo número de votos que el del pescadito del Frepap. En cualquier democracia partidaria del mundo, un fracaso electoral tan rotundo llevaría a una renovación de la dirigencia, salvo en el Perú donde los partidos son como la chacra privada del jefe. De García o Fujimori. A nivel nacional, destacan los resultados obtenidos por APP de César Acuña –con dos regiones ganadas y otras seis en las que disputará una segunda vuelta–, el propio Acción Popular y, en menor medida, Somos Perú. Pero la fragmentación política sigue siendo la tinta indeleble de las elecciones peruanas, en donde cada nueva votación trae una jungla de logos y símbolos nuevos con los que antiguos políticos se reciclan para tratar de permanecer en la política. Y el otro rasgo fundamental de esta elección y, en general, de la política peruana es el reclamo ciudadano por la lucha anticorrupción, bandera que Muñoz hizo bien en recoger en su discurso triunfal en Lima.