¿La reforma político-judicial está avanzando o retrocede?,Hay un debate sobre la convicción del presidente Martín Vizcarra con su reforma político-judicial: ¿avanza o retrocede? Cuando en Tacna dice que “no me van a doblegar, no podrán contra el pueblo del Perú que ha decidido combatir la corrupción”, parece que está pisando a fondo el acelerador. Pero cuando poco después, en Madre de Dios, dice que “si hay inconvenientes y demoras exageradas en el Congreso —aunque yo confío que van a aceptar y acatar la voluntad popular—, lo haremos a través de la recolección de firmas”, pareciera que está pisando el embrague para ‘meter segunda’ y desacelerar la marcha. Esta última declaración coincidió con la entrevista de Keiko Fujimori en El Comercio con un tono menos agresivo, lo cual llevó a especular con un entendimiento para aquietar las aguas en perjuicio de la reforma. La política es, sin duda, el arte de lo posible y es posible que Vizcarra esté evaluando permanentemente el ritmo de su reforma, mientras cada palabra suya es analizada por todos, empezando con Keiko Fujimori. Las últimas declaraciones del presidente sobre el ritmo de la reforma ocurrieron anteayer en Palacio en el Acuerdo Nacional y, luego, en el III foro Diálogos para el Desarrollo. En la primera cita dijo que “ya es momento que los que tomamos decisiones asumamos la responsabilidad de no postergar más la reforma judicial y política”, mientras en la segunda abrió la puerta para la negociación: “Hemos planteado reformas y proyectos, creemos que están bien sustentados, pero estamos dispuestos a que se pueda mejorar con aportes sin desnaturalizarlos. Estamos de acuerdo, pero tengamos todos el sentido de urgencia”. Es una declaración interesante que abre la puerta para un perfeccionamiento de sus proyectos, algo conveniente pues los mismos tienen deficiencias por corregir, y sería estupendo que eso fuera consecuencia de una negociación con el congreso con un resultado del tipo ‘win-win’. El problema es cómo volver a confiar en FP, que siempre interpreta los diálogos como expresión de debilidad que los impulsa al zarpazo artero. Sería estupendo que se abra el espacio para la negociación pero teniendo en cuenta que el presidente no puede transar en lo que él mismo señala: sin desnaturalizar la reforma ni perder el sentido de urgencia. De lo contrario, él perderá lo más preciado que está construyendo: su relación con la ciudadanía, que es el antídoto para que Keiko Fujimori no lo acabe arrinconando y destituyendo.