"El círculo de 'pensadores' allegados a Keiko le ha hecho creer que la identidad política del fujimorismo pasa por la mano dura y así la ha alentado a destruir la memoria histórica del fujimorismo reforzando la resaca del 5 de abril".,Al paso que va, Keiko Fujimori corre serio riesgo de no llegar a pasar a la segunda vuelta en el 2021. Alcanzar un nivel de desaprobación del 81% –como revela Datum– es un dique difícil de remontar y el proceso de deterioro en el que se ve atrapada la lideresa de Fuerza Popular nos muestra a una persona carente de reflejos, torpe en sus decisiones y terca en sus despropósitos. La prueba más clara de la falta de pericia política de Keiko se ha podido apreciar en la reacción contraria, luego dubitativa y finalmente reticente a la iniciativa política del presidente Vizcarra respecto del referéndum lanzado en el último mensaje de Fiestas Patrias. El rechazo al neofujimorismo keikista se activa casi de modo automático. Tanto, que se acaba de elegir mesa directiva en el Congreso, Daniel Salaverry, el flamante presidente del Legislativo, apenas tiene días allí, y ya el 61% de los encuestados rechaza su gestión. A la par, un altísimo porcentaje de peruanos aprueba el referéndum en su aspecto más discutible. El 78% está en desacuerdo con la reelección de congresistas. El repudio es masivo. Y en tal perspectiva, el desorientado cogollo naranja decide ponerse en contra (y obviamente no lo hace porque enarbole una firme postura de principios que deba defender aun a despecho de la ola popular, sino porque sus intereses mezquinos predominan y lo guían a la oposición cerril). Dicho sea de paso, no deja de llamar la atención que un 50% esté de acuerdo con las dos cámaras, un tema que se consideraba vetado por impopular y que ahora, debido al arrastre de un gobierno resucitado, se asoma como factible frente a las urnas. El desplome de Keiko obedece, sin embargo, no solo a los errores coyunturales señalados. En términos de larga historia, Keiko ha destruido el espíritu centrista del fujimorismo, que si bien apuntalaba una percepción derechista en sectores medios y altos, asentaba una mirada populista en sectores medios y bajos. El fujimorismo en los 90 era Carlos Boloña, pero también Absalón Vásquez. Era ortodoxia macroeconómica pero también asistencialismo. Era el MEF de Camet, pero también el Foncodes de Alejandro Afuso. Y en el caso de algunas políticas sociales era, inclusive, de avanzada (más allá del tema espantoso de las esterilizaciones, su estrategia de control natal hoy sería calificada de “caviar” por la bancada de Fuerza Popular). El círculo de “pensadores” allegados a Keiko le ha hecho creer que la identidad política del fujimorismo pasa por la mano dura y así la ha alentado a destruir la memoria histórica del fujimorismo reforzando la resaca del 5 de abril en lugar de potenciar otros aspectos (en materia de lucha antisubversiva el fujimorismo de los 90 se distinguió precisamente de la política de tierra arrasada del segundo belaundismo y el primer alanismo). Keiko Fujimori ha subrayado los aspectos más autoritarios de su matriz política, agregándole una sorprendente coda al mercantilismo empresarial y lo que es más grave al ultraconservadurismo moral. Ha derechizado de tal forma a Fuerza Popular que lo ha alejado de la modernidad liberal que solo algunos incautos o interesados pueden seguir viendo hoy como una opción cercana al fujimorismo keikista. Keiko Fujimori ha tenido la pasmosa “habilidad” de convertir a Fuerza Popular, sin haber alcanzado el poder político ejecutivo, en una pieza repelente del statu quo. A la perspectiva sombría que hoy golpea al keikismo hay que agregarle un elemento que sin duda será determinante el 2021, como es la presencia expectante de su hermano Kenji, quien explícitamente reivindica el centrismo de los 90, contraponiéndolo al derechismo conservador de su hermana. Probablemente Cambio21 termine por darle la estocada de muerte política a Fuerza Popular. –La del estribo: lo mejor del Festival de Cine de Lima, la película paraguaya Las herederas. Escribo estas líneas el viernes, sin conocer los resultados de la premiación, pero más allá de esta, muy recomendable este notable film. Si no la ponen en cartelera comercial habrá que acudir al pasaje 18 en Polvos Azules, o a la avenida Grau 471, stand 15, en Barranco, que seguramente pronto recalará por allí. Hablando del Festival de Cine de Lima, una digresión adicional: ¿qué se puede hacer para evitar una nueva plaga cinemera, que se suma a masca canchas, chateadores de smartphones o empuja respaldares, como son los tardones que prenden su linternita del celular para ubicarse en el sitio en el que debieran haberse sentado veinte minutos antes?