Tiempos buenísimos para la cultura popular, con libros al alcance de la gente. Si usted los conserva, cuídelos: son símbolos de un afán por fomentar el saber.,El éxito de la Feria del Libro de Lima –una fiesta para todos los bibliófilos de esta comarca– nos trae al recuerdo aquellas épocas en las que, sin ferias ni grandes eventos, la mejor literatura y lo más selecto del pensamiento estuvo al alcance de todos los bolsillos y era infaltable en miles de hogares gracias a dos colecciones que se recuerdan con afecto por los peruanos adultos: primero los Populibros, aparecidos durante los años 60’ gracias al gran novelista y poeta Manuel Scorza, prematuramente fallecido en 1983, en un accidente de aviación yendo a un congreso literario. El autor del clásico Redoble por Rancas entre muchas otras fue el editor-curador de 64 títulos a precios muy accesibles, al precio de una empanada más o menos. Casi todos los hogares tenían varios Populibros, y hoy siguen como parte de muchas bibliotecas y son buscados por coleccionistas. Arguedas, Salazar Bondy, Vargas Llosa, Loayza, Ribeyro y muchos más se publicaron junto con Hemingway, Flaubert, D. H. Lawrence y los entonces contemporáneos Sartre o Carpentier. Luego en los años 70’ apareció la colección Biblioteca Peruana editada por Peisa: los libros de fondo azul oscuro con franjas amarillas, o violetas, o rojas. Fueron 65 títulos al equivalente de 4 o 5 soles. Se publicó literatura, ensayos, historia, y en general lo mejor del pensamiento nacional. Se vendían alrededor de 80 a 100 mil ejemplares de cada uno, nada menos. Para un país entonces con menos de 14 millones de habitantes, imaginemos el impacto. Tiempos buenísimos para la cultura popular, con libros al alcance de la gente. Si usted los conserva, cuídelos: son símbolos de un afán por fomentar el saber. Algo casi ofensivo hoy para el neoliberalismo salvaje en el que nos obligan a vivir. ¡Ojalá volvieran!