"Tal vez hay pronósticos terribles sobre el futuro político del país, pero no tanto sobre su marcha económica".,Los anuncios del crecimiento económico en estos meses son buenísimos. La explicación está en los mejores precios del cobre, pero hay más factores positivos. Esto relativiza la idea de que el ruido político afecta a la economía, pues estamos creciendo a nuevos niveles a pesar de los serios conflictos políticos. ¿Qué está pasando? Quizás los inversionistas suponen que las cosas en la política se van a arreglar. De hecho los sondeos sobre el clima de inversiones y de confianza a futuro son positivos. Como si, a pesar de las advertencias sobre el efecto del ruido político, las disputas por el poder y los destapes judiciales no estuvieran tocando los negocios, lo cual parece ser el caso. Si bien la teoría es que un Ejecutivo debilitado no puede impulsar la marcha económica hacia niveles suficientes, ahora estamos viendo una inercia empresarial en funcionamiento. En los hechos una estructura económica diversificada está funcionando contra todo pronóstico. La esperanza más modesta es que esto podría durar por lo menos hasta el fin del año. A los políticos estas buenas noticias les importan poco. Si un Estado acosado por la oposición puede mantener en su sitio una economía saludable, entonces el debilitamiento del Ejecutivo no es un problema. Finalmente el Congreso no está legislando sobre la economía en un sentido amplio. Incluso el Congreso es generoso con las facultades delegadas. Hay, pues, la idea de que la buena marcha económica existe sola. Gente buscando utilidades contra viento y marea, sin creer que el país político puede afectarla, más allá de uno u otro caso vinculado a la corrupción. Frente a eso están los cálculos sobre la performance económica si lo político no se hubiera entrometido en la historia. Mucho más que el peso de las instituciones, es la participación en el esfuerzo económico lo que mantiene al cuerpo social de una pieza. Esto vale para los más ricos como para quienes viven la economía en su más bajo nivel. Hay descontento en lo social, pero en lo económico, con todas las excepciones del caso, una elemental coincidencia desde hace casi 30 años. Por eso tal vez hay pronósticos terribles sobre el futuro político del país, pero no tanto sobre su marcha económica.