Trump es el centro de las críticas. Desde hace dos meses su gobierno viene separando niños migrantes de sus padres y los encierra entre rejas, amontonados y solos, en un local de Texas. Poca reacción hubo, pero todo cambió. La denuncia de figuras de la política norteamericana ha puesto en evidencia esa práctica cruel, que hace recordar campos de concentración y dictaduras. Melania Trump, inadvertida hasta ahora, salió al frente: “Necesitamos ser un país que siga las leyes, pero también un país que gobierne con el corazón”. Dijo que odia a ver a niños separados de sus familias. La ex primera dama Laura Bush se pronunció: “Estas imágenes recuerdan los campos de concentración de japoneses americanos en la II Guerra Mundial”. Para el senador Jeff Merkley "esos niños allí (cerca de 2.000) están siendo traumatizados". En un audio conseguido por ProPublica se escucha el llanto de los niños centroamericanos. Claman mami, papá, incansables. Lloran, vencidos por la soledad. Un agente fronterizo bromea: “Tenemos una orquesta”. Una niña de 6 años pide que llamen a su tía en El Salvador, sí, se memorizó el número. Un miembro de Propublica llama y contesta la tía, quien dice no saber qué hacer. Su hermana y sobrina pagaron siete mil dólares a un traficante de personas para ir por Guatemala y México. El audio pone voz, llanto de niños, sufrimiento real, a un problema creciente. Y se dice que el gobierno de Trump planea abrir otros lugares como este en las bases militares de Texas, como parte de su “tolerancia cero” a la migración ilegal. “Es una política cruel, equivale a abuso infantil patrocinado por el Estado”, asegura el demócrata Julián Castro. Escuchar llanto de niños y súplicas en el audio de Propública es una bofetada a la conciencia. Una adolescente contó a una activista -que visitó el lugar- que cuida a una niña de 4 años, completamente sola. Indignante, oprobioso, salvaje, brutal.