Ni la 2da. fase del gobierno no revolucionario de PPK.,El deterioro de la aprobación ciudadana al presidente Martín Vizcarra debiera constituir una luz roja prendida, a manera de alerta, en el tablero de control de su gobierno que lo impulse a sospechar que algo no está caminando bien en su administración y que debiera ser revisado. La aprobación a su desempeño cayó entre mayo y junio, según Datum, en nueve puntos, llegando a 45%, pero lo más preocupante no es eso sino que su desaprobación se disparó en ese lapso en 25 puntos llegando a 44% debido, en parte, a que los que no tienen una opinión sobre este asunto cayeron de 27% a 11%. A 79 días de iniciado su gobierno –y ya acercándose el momento de la evaluación tradicional de los 100 días, que se cumplen el 30 de junio–, cada vez más gente va formándose una opinión de la presidencia de Vizcarra y no es, precisamente, que esté gustando, según dicha encuesta. Eso ocurre a pesar de que la economía está ofreciendo algunas señales –aún tibias– de recuperación y a que el congreso le está dando al presidente Vizcarra, gracias a Fuerza Popular, una tregua que contrasta con la actitud de guerra que se le mostró a Pedro Pablo Kuczynski. Sin embargo, el ‘modo’ Vizcarra no está cuajando del todo con la gente. Un estilo prudente pero lento, la vocación de contentar a todos, no pelearse con nadie eludiendo el conflicto, la inconsistencia y marchas y contramarchas en su equipo, así como las metidas de pata que lo llevan a recibir en su oficina a gente francamente impresentable, y a asistir a citas con gente de peor reputación, le están haciendo daño. Pero lo que más parece estar afectando la presidencia de Vizcarra es la sensación de falta de liderazgo y de visión, de qué quiere hacer con su gobierno, y en eso empieza a parecerse a una especie de la segunda fase del gobierno no revolucionario de PPK. Al igual que con su antecesor, la sensación creciente es que quien manda hoy en el Perú es Keiko Fujimori y no Vizcarra, y eso mella la confianza de la gente en su presidencia, tanto porque Fuerza Popular no para de desprestigiarse por su matonería institucional, algo que mancha y perjudica al jefe de Estado, y porque a la ciudadanía no le gusta un presidente mangoneado por otro, desde una política de oposición, la esposa, o un jefe del servicio de inteligencia. Eso se resuelve con liderazgo. A Vizcarra lo está afectando parecer un presidente Forrest Gump que no para de correr por todo el país –lo que no está necesariamente mal– pero sin una sensación de a dónde quiere ir.