Hoy, 16 de mayo, Denegri arriba a los 80 años de su vida sapiente, culta, en medio del oscurantismo televisivo.,Recuerdo que alguna vez, entre los libreros de La Colmena y los que vendían discos vinilos, descubrí una pequeña revista, con temas que no se hallaban en otras publicaciones. Fáscinum trataba la sexualidad y el erotismo con abundante información, acuciosidad histórica, muy claras ilustraciones. Lo dirigía Marco Aurelio Denegri. Allí conocí al maestro y de la mejor manera en que se puede conocer a alguien, a través de las letras. Conductor de programas culturales en la televisión, columnista incansable y sabio, agudo comentarista, implacable crítico, conversador de enorme nivel, entrevistador ante el cual es imposible irse por las ramas, conocedor enciclopédico de muchas disciplinas, disertante de sexualidad, gramática, música criolla, gallística, literatura, historia, etc. No hay tema que le sea ajeno a este humanista y “polígrafo autodidacto”, como prefiere definirse. Hoy, 16 de mayo, arriba a los 80 años de una vida sapiente, utilísima, asombrosamente culta, en medio del oscurantismo televisivo. Considerado un pesimista (porque estima que avanza la estupidización, la involución, la peoría, la multiplicación de prótesis del ser humano) y un misántropo (cree soportable a las personas solo por un máximo de cuatro horas), se ha convertido sin embargo en un ícono cultural, con su voz y sus gesticulaciones exageradas como un sello peculiar. Para sus seguidores es el que corrigió a Vargas Llosa, Martha Hildebrandt, Alan García; es el hombre de A solas y La Función de la Palabra; el cuestionador del orden establecido, que fue a dar a la cárcel por difundir cultura sexual; el que cree en la intelligentsia. Un sabio digno de admirar. Y es que a los 80 años no calla nada, contra el facilismo, la TV inservible, el sistema, que adormece conciencias. “No hay ninguna ley que prohíba embrutecer a la gente”, ha dicho Marco Aurelio. Como siempre, tan contundente.