¿Se está inclinando el sentido común político de América Latina contra el establishment?,¿Se está inclinando el sentido común político de América Latina contra el establishment? Michael Camillieri, de Foreign Affairs, piensa que sí. El motivo central estaría en el estallido de revelaciones sobre corrupción en las altas esferas. Algo en lo cual hoy están parejamente repartidas las culpas de derechas e izquierdas. En esa inclinación hacia lo que aquí llamamos el antisistema todas las posiciones tienden a concentrarse en ver la paja en el ojo ajeno. Pero en la contabilidad final todo está convergiendo hacia un solo descontento. Pareciera que solo el aspecto emocional-deportivo de las elecciones mantiene las cosas en un equilibrio inestable. En ese equilibrio derecha e izquierda se han venido turnando como salidas al descontento, y eso ha mantenido a la democracia en su sitio. Sin embargo la idea de Camillieri sugiere que esa alternancia también está en crisis, y que por tanto la región navega hacia fenómenos políticamente disfuncionales, pero no desconocidos. En realidad algunos de esos fenómenos ya asoman por diversos lugares. Camillieri los ve como trampas tendidas por demagogos, léase caudillos carismáticos, que terminan siendo exactamente lo mismo que la ciudadanía descontenta rechazó. En esto izquierda y derecha serían meros adornos coyunturales, algo así como pasiones para aceitar el engaño. En el Perú hay quienes estiman que una vez más la opinión se está volcando hacia la izquierda. No es lo que dicen las encuestas, pero probablemente la opinión apunta a las sorpresas del pasado. Lo que sí sugieren las encuestas es que el sistema como conjunto de políticos actuantes se está despintando, más allá de sus periódicas recuperaciones. Sin duda la explosión de destapes ha modificado la topografía electoral del Perú, pero no ha puesto en evidencia el reemplazo. Es poco probable que las elecciones regionales de fin de año, por su estructura y su naturaleza, den esa respuesta. El juego de los candidatos del 2016, apenas reciclado, tampoco revela mayores temblores subterráneos. Podríamos, pues, ser la excepción en América Latina, y mantenernos unos años más en la dorada mediocridad de nuestra democracia, dando dramáticos tumbos hacia lo mismo, con elecciones que falazmente apuntan hacia cambios de fondo en el orden establecido. ¿Suena convincente? No mucho.