Christopher Duntsch: el neurocirujano que mutiló y asesinó a sus pacientes
El denominado Dr. Muerte operaba en muchas ocasiones bajo los efectos del alcohol, destruyendo de esta manera el sistema nervioso de sus víctimas en Estados Unidos.
Del 2011 al 2013, en el estado de Dallas, Estados Unidos, 33 de las 37 personas que pasaron por el bisturí del neurocirujano Christopher Duntsch resultaron heridas durante los procedimientos. Algunos tenían daño permanente en los nervios, otros se despertaron sin poder moverse del cuello hacia abajo ni sentir un lado del cuerpo. Mientras que dos personas se llevaron la peor parte al fallecer por complicaciones que surgieron de las malas intervenciones.
El apodado Dr. Muerte se presentaba como un reconocido médico, quien había obtenido un doctorado en Medicina y otro en un programa superior de cirugía de columna. Se vendía como una eminencia en su campo, y los pacientes y sus compañeros compraron esta premisa. Sin embargo, poco a poco empezaron a salir los graves casos de mala praxis médica en su nombre.
Christopher Duntsch operando. Foto: DMagazine
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Marcados de por vida
En 2011, Lee Passmore, de ese entonces de 36 años, trabajaba como investigador en la oficina de un médico forense y padecía de dolores en la espalda. Por ello, tras una recomendación, acude a Duntsch. Con la esperanza de mejorar fue intervenido, estando presente en el procedimiento el cirujano vascular Mark Hoyle, quien contó que le dejó el espacio preparado a Christopher para que así extirpara la hernia discal que presionaba un nervio y le provocaba dolor al paciente.
Cuando llegó llego su momento, Hoyle vio cómo su colega cortaba un ligamento alrededor de la médula ósea, la cual usualmente no se suele tocar. Tras ello, la sangre empezó a brotar de manera inusual, por lo que le reclamó y obtuvo como respuesta que “estaba trabajando con el tacto y no con la vista”.
Culminada la operación, Passmore quedó con dolor crónico y muchas dificultades para caminar. Hoyle, por su parte, canceló las otras cuatro cirugías que tenía programadas con Duntsch y juró nunca más operar con él.
Lee Passmore declarando en contra de Duntsch. Foto: @tanyaeiserer/Twitter
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Duntsch lastimó incluso a su íntimo amigo, Jerry Summers, quien tenía un dolor crónico en el cuello debido a un accidente automovilístico que había sufrido años antes. Sin imaginarlo, Christopher le ocasionó más problemas al intervenirlo en 2012, ya que le colocó mucha espuma de gel anticoagulante que estrujó la columna vertebral y le quitó tanto hueso que su cabeza ya no quedó segura sobre su cuerpo.
Summers se despertó paralizado de la cintura hacia abajo y tampoco podía mover los brazos. El dolor que sentía era indescriptible. A Jennifer Miller, su novia, le dijo que prefería morir. Tetrapléjico, Summers finalmente falleció en febrero de 2021.
Jerry Summers. Foto: Stan
Todos estos crímenes los cometió en el Baylor Scott & White Medical Center – Plano, en el estado de Texas, lugar donde ganaba $ 600.,000 por año, más bonos.
Víctimas mortales
Luego de haber operado a Summers, se le recomendó que solo realizara procedimientos menores. Ante esto, atendió Kellie Martin, una bibliotecaria de escuela que se había caído de una escalera. Por ello, necesitaba cirugía para reparar un trozo de disco roto, el cual comprimía los nervios de su espalda y le provocaba dolor.
Ya en cirugía, Duntsch le cortó un vaso sanguíneo y le hizo un agujero en la vena, originando que desangrara y tuviera un paro cardiaco. Aunque lograron estabilizarla, tuvo que ser trasladada a UCI debido a las complicaciones que le dejó.
Kellie terminó falleciendo horas después de haber salido de una operación, increíblemente nadie se comunicó con su familia, quienes se vieron obligados a llamar para conocer su estado.
Kellie Martin. Foto: Familia Martin vía The Dallas Morning News
En julio de 2012, Floella Brown, de 64 años, acudió a Duntsch creyendo que podría solucionar su dolor de espalda que empeoraba cada día. Durante la operación, el neurocirujano se quejó de que había mucha sangre y no podía ver bien. Floella salió con vida de la operación, incluso recibió a su esposo, a su hijo y a su nieta en el Dallas Medical Center.
Pero horas después, durante la madrugada, convulsionó y perdió el conocimiento. A Christopher no se lo pudo ubicar por ningún lado y cuando finalmente apareció tenía un aspecto desaliñado. En lugar de atender a la señora Floella, que estaba en terapia intensiva, entró al quirófano a realizar otra cirugía. Finalmente, la mujer murió por un derrame cerebral.
Sus grandes cómplices
Fueron muchos los factores que permitieron que Christopher Duntsch continuara sin ningún inconveniente con su terrible masacre, siendo el principal cómplice el sistema de salud estadounidense.
El neurocirujano no solo era conocido por su arrogancia cuando entraba al quirófano, pues en muchas ocasiones se negó a recibir ayuda cuando se ponía en riesgo la vida de sus pacientes; sino que también eran sabidos sus problemas con la bebida y las drogas.
Duntsch en el juicio que se le siguió en 2015. Foto: KXAS-TV
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Al menos dos de los centros médicos donde trabajó decidieron despedirlo sin registrar los incidentes en la base de datos administrada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
A esto, se sumó que, cuando las víctimas intentaron demandarlo, a muchos les resultó casi imposible encontrar abogados, ya que en Texas se promulgó la reforma de responsabilidad civil en 2003, la cual reduce la cantidad de daños que los demandantes podrían ganar.
El fin de la masacre
Jeff Glidewell fue el último paciente de Duntsch, quien en 2013, con dolor de espalda a causa de un accidente de moto, tuvo que esperar tres horas más de lo acordado para su intervención en el Hospital General Universitario. Cuando apareció, estaba sucio y ojeroso. La cirugía se realizó, pero al despertar no se podía mover ni hablar y sentía dolores tremendos. Duntsch le había dicho a Robin, la mujer de Jeff, que debió suspender la cirugía porque descubrió un tumor que podía ser cáncer, lo cual fue falso.
Lo que realmente había sucedido fue que le practicó mal una incisión, ocasionándole un agujero en el esófago “del tamaño de un dólar”, le sacó un nervio, le cortó una arteria y le dejó una esponja dentro del cuerpo, la que no sacó porque de hacerlo el paciente hubiese muerto desangrado y esto lo habría dejado en evidencia.
Glidewell pasó cuatro días en cuidados intensivos y soportó meses de rehabilitación por la herida en su esófago. Hasta el día de hoy, solo puede comer alimentos en pequeños bocados y tiene daño en los nervios.
Jeff Glidewell. Foto: Texas Observer
Tras ello, se ordenó retirarle la licencia médica a Christopher Duntsch el 6 de diciembre de 2013, y en marzo de 2014 fue demandado oficialmente por Mary Efurd, Kenneth Fennel y Lee Passmore. Asimismo, se acusó a los centros médicos que le permitieron operar sin ninguna restricción.
Pero no fue hasta julio de 2015 cuando Duntsch fue arrestado por la policía de Dallas debido a seis delitos graves de asalto con un arma mortal (las manos del acusado), cinco por lesiones corporales graves y otro por lesiones a una persona mayor. Su juicio marcó un precedente, ya que no se había juzgado hasta ese momento a un médico por herir a su paciente en la sala de operaciones.
Uno a uno fueron pasando por el estado, quienes tenían que ser ayudados debido a que no podían movilizarse con normalidad. Así, buscaron demostrar el efecto que habían tenido las malas intervenciones del neurocirujano en sus vidas. Finalmente, el 20 de febrero de 2017, Christopher Duntsch fue condenado a cadena perpetua.
Christopher Duntsch detenido en 2015. Foto: DMagazine